Miserias

Viernes, 13 Marzo 2020 18:05

Me decepciona, aunque a estas alturas no haya muchas cosas que me sorprendan, la escasa valoración que percibo en general acerca de las primeras medidas del nuevo gobierno de coalición, aun en votantes de izquierdas. Por ello hoy quiero centrarme en algo muy concreto y que a mi entender es algo esencialmente básico: las subidas del salario mínimo interprofesional.

Consciente de que estas subidas afectan a solo una parte de la población trabajadora, sé por otra parte que hay medidas que solo parecen importar a aquellos que resultan afectados por las mismas, pero insistiré en que, si fuésemos mínimamente reflexivos, veríamos que estas medidas, como la mayoría de las que puedan tomarse, nos afectan a todos aunque sea indirectamente.

Que el salario mínimo se haya incrementado en más de doscientos euros significa nada más y nada menos para mucha gente el poder llegar a final de mes habiendo cumplido puntualmente con la hipoteca y/o poder abonar el recibo de la luz. Significa nada menos que, aunque a duras penas, dejas de pertenecer a ese numeroso grupo humano sumido en la miserable y humillante condena de que a pesar de tener trabajo no puedes acabar el mes, que te es imposible vivir decentemente, que vives forzado a recurrir a parientes y amigos o a la caridad para comer. (Te recuerdo que en este pueblo hay más de quinientas familias que tienen que recurrir al Banco de Alimentos)

Esta medida era algo que clamaba al cielo. Un síntoma de que se trataba de algo absolutamente imprescindible es el hecho de que tanto las tres derechas como la patronal, que tan atentas están a sacar rédito político a lo que sea, apenas han protestado: esta subida era algo tan imprescindible que hasta ellos tenían que asumirla. Y no se ha hundido el mundo. Lo mejor de todo es que esa medida que afecta como poco a medio millón de personas, al sacar, aunque solo sea parcialmente de la miseria económica a esa parte del pueblo trabajador, logra que en la misma medida salgan de la miseria moral, porque ¿qué dignidad le queda a una persona o a una familia que se ve abocada a mendigar, suplicar, pedir plazos, demora en los pagos, propinas por sus servicios…?

Que una parte importante de nuestra sociedad haya podido avanzar de modo tan crucial, salir aunque solo sea parcialmente de la miseria económica y moral, nos debe alegrar a todos, tanto por lo que a ellos les afecta como por lo que nos afecta a los demás, ya que en este mundo no existen ni pueden existir avances de ningún tipo si no vienen acompañados de la necesaria dosis de dignidad, tal como nuestro entrañable Pepe Mujica nos viene enseñando.


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