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Blanca González Redondo

Feminismo, una ecuación irresoluta

Viernes, 06 Marzo 2020 19:07

Cuando se lleva un recorrido vital se puede gozar de cierto grado de escepticismo, gozar de él incluso, o bien asistir como espectador a los vaivenes de nuevos movimientos disfrazados de post modernismo que no son otra cosa que más de lo viejo, con otros ropajes eso sí, pero viejos al fin y al cabo. Esto es lo que viene ocurriendo con los ataques al feminismo contemporáneo. Los vientres de alquiler, la llamada paternidad gestante (sic), el intento de legalización de la prostitución, o la negación de la violencia machista van en esa línea. El “liberal-machismo” campando a sus anchas.

Como viene siendo recurrente, de vez en cuando se intenta disparar a la línea de flotación, pretendiendo fraccionar el movimiento feminista: no lo conseguirán. Algunos olvidan que no somos un colectivo, suponemos el 51% de la población y reclamamos la igualdad en todos los ámbitos. Una igualdad legítima sin ningún tipo de excusas ni merma de derechos. Una igualdad que responda a reivindicaciones históricas como la brecha salarial, o los techos de cristal que impiden el ascenso de las mujeres a puestos de relevancia y responsabilidades en sectores con un marcado recorrido patriarcal como el financiero o el industrial, por poner algún ejemplo.

El carácter reivindicativo del 8M perdió un apéndice importante al desaparecer “día de la mujer trabajadora” como eslogan principal. Olvidamos que en Islandia tuvo lugar una huelga que paralizó al país en 1975, o que en España la primera huelga de mujeres la protagonizaron las trabajadoras de una fábrica de Tabacos en La Coruña en 1857. Entre unas y otras hay más de un siglo de diferencia, pero la reivindicación es la misma.

No se puede negar que ha habido avances importantes: la ampliación de los permisos de paternidad va en la línea de facilitar la conciliación familiar a ambos progenitores, para que las madres no se vean obligadas mayoritariamente a solicitar excedencias por el cuidado de los hijos. Según las estadísticas, seis de cada diez madres admiten haber renunciado a su carrera profesional. La ampliación progresiva del permiso de paternidad hasta llegar a 16 semanas con el 100% de la retribución coloca a nuestro país en la vanguardia, con la intención de favorecer la corresponsabilidad y también la igualdad en el mercado laboral. Se presupone que cuando se produzca una contratación no se preguntará al trabajador si tiene la intención de ser padre, algo cotidiano que SÍ sufren las mujeres como excusa para no ser contratadas obligándolas a coger trabajos de baja cualificación y poco salario en muchas ocasiones.

Existen muchos tipos de discriminación. La llamada tasa rosa, la elevada pobreza, el paro, el empleo a tiempo parcial, los bajos salarios o la desigualdad en las pensiones son un claro ejemplo del camino que queda por recorrer todavía. La crisis económica se ha cebado con especial virulencia en el empleo femenino. La tasa de actividad es un 22% inferior al de los hombres. En una democracia es intolerable la perpetuación de la desigualdad.

En una ecuación se encuentran elementos conocidos y datos desconocidos o incógnitas. En el feminismo no hay incógnitas, sino una demanda constante de reconocimiento de igualdad real y efectiva basada en los derechos humanos, como miembros de una sociedad a la que pertenecemos. Tan solo es necesario seguir poniendo en la agenda política el feminismo, o dicho de otro modo, tener voluntad de resolver una ecuación que no es tal. Es necesario seguir trabajando para construir una cultura de igualdad, en la cual la influencia en la toma de decisiones o las aportaciones de las mujeres vayan alcanzando mayores cotas de conformidad.

El próximo domingo 8 de marzo saldremos a la calle un año más, lo haremos convencidas y unidas ante el enorme desafío que supone una política neoliberal que intenta cosificar a las mujeres. Todos los derechos conseguidos hasta ahora han sido la conquista de las multitudinarias marchas a lo largo de la historia. Es necesario salir a la calle para que se siga visibilizando la vigencia y la fuerza del feminismo.

No podemos consentir que se produzca ningún retroceso. El camino hasta aquí ha sido duro, el compromiso del movimiento feminista merece todo el apoyo político e institucional. La igualdad es un elemento indispensable para gozar de mayor libertad y justicia.


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