Incivismo sin compasión

Viernes, 10 Enero 2020 19:30

Pasear por la playa es uno de los mayores placeres que ofrece el municipio. Hay personas que viven de espaldas a ella, como hay otras que lo hacen de espaldas al corazón de la Ciudad Vieja. Hay muchas otras que disfrutan de ambas, de la historia pasada y de la reciente; ese es el caso de un sinnúmero de saguntinos y porteños a los que les gusta recorrer el casco histórico de Sagunto, con ese magnífico escenario al fondo como es el castillo, el teatro romano, o las calles de la judería, pero también saben disfrutar de un paseo por la playa o sentarse en una de las variadas terrazas de la avenida Mediterráneo o del paseo marítimo.

Ambos núcleos urbanos se complementan, conviviendo lo nuevo con lo viejo, como sucede en otras ciudades de nuestra geografía. El turismo no ha conseguido consolidarse como una opción económica a pesar de contar con una playa altamente reconocida por su seguridad, accesibilidad y comodidad. La escasez de oferta hotelera, la precariedad de servicios adecuados o la falta de actividades atractivas, así como el marcado carácter industrial del Puerto, no ha sido propicio para el desarrollo del sector.

Todo este relato viene a colación del estado tan penoso del paseo marítimo y sus alrededores o de la propia avenida Mediterráneo, donde hay múltiples establecimientos que ejercen su actividad, pero también de las calles adyacentes que desembocan en la misma. El paseo marítimo ofrece un aspecto totalmente descuidado, donde campa a sus anchas el incivismo y el vandalismo. Se ha convertido en el basurero del botellón los fines de semana y fiestas de guardar.

En la avenida, por otra parte, desde la retirada de los badenes por la vuelta ciclista, es una auténtica odisea cruzar por los pasos de cebra, ya que esta se ha convertido en una pista de competición donde los coches y las motos van a toda velocidad sin guardar los límites establecidos, ni nada ni nadie les ponga freno. Pero además las calzadas de entrada o salida a la avenida Mediterráneo están sufriendo esa falta de civismo también.

Así todos los fines de semana los vecinos temen la “horda” que invade esas calles, rompiendo los espejos de sus coches, sufriendo los vómitos y todo tipo de fluidos corporales, más el abandono de botellas, bolsas de plásticos, vasos, pintadas, etc., ofreciendo un espectáculo bochornoso los sábados y domingos por la mañana por los efectos del botellón y el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública. Gracias al servicio de limpieza y recogida de basuras, es posible pasear con algo de normalidad. No es que el servicio de limpieza no funcione, no es eso, el problema es la falta de control, o de sanción, un “déjà vu” institucional que provoca indefensión entre los vecinos esperando una respuesta eficaz que no llega.

Según informa el vecindario de una de estas calles, se solicitaron bolardos al Ayuntamiento con la intención de impedir que los coches aparquen encima de las aceras y circulen a toda velocidad los primeros tramos de la vía en una calle en la que no hay espacio para el aparcamiento. La respuesta fue negativa, con el consiguiente estupor entre la ciudadanía, atónita e impotente ante la impunidad de esos actos. De accesibilidad ni hablamos.

Quizás el argumentario de la necesidad de esos bolardos ante el anterior consistorio no fue bien redactado, lo ignoro. Pero lo evidente es que cuando hay voluntad política e interés se pueden colocar barreras como la puesta en la Plaza Mayor que da acceso a la subida al teatro y al castillo, donde solo tienen acceso los vecinos mediante tarjeta ciudadana. Debe de ser que los vecinos de la playa y calles lindantes no se merecían un poco de atención y consideración a pesar de cumplir con sus obligaciones impositivas.

El equipo de gobierno municipal actual tiene un gran reto por delante, quizás un plan de actuación, un proyecto, sea necesario. O quizás, una buena campaña de sensibilización y vigilancia para atender los problemas que interesan, padecen y preocupan a los ciudadanos y ciudadanas del barrio de la playa en particular y del resto del Municipio en general ante el incivismo incesante y reiterado. Es un problema de todos, pero las instituciones deben tomar parte con los instrumentos que tienen a su alcance.

Convivir es necesario. El bienestar, la seguridad y la urbanidad social deben prevalecer por encima de todo.


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