Tradiciones y costumbres

Miércoles, 08 Enero 2020 12:42

Al ejercer de columnistas tenemos la costumbre, a menudo, sí, de incluir en las mismas alguna frase breve de autor/pensador/charlatán o político...Y es que se convierte en «Manera habitual de obrar una persona, animal o colectividad, establecida por un largo uso o adquirida por la repetición de actos de la misma especie». Vamos: la costumbre. Voy a proceder citando a Soren Kierkegsaard, como saben, filósofo. «No hay ningún estado social que no tenga sus costumbres y, por tanto, sus mentiras convencionales». Fin de la cita. ¿Cómo se quedan?

Luego están las tradiciones; que aunque parezcan lo mismo, y las usemos indistintamente, pues creo que no son similares, aunque sean ambos términos nombres femeninos: «Transmisión o comunicación de noticias, literatura popular, doctrinas, ritos, costumbres, etc., que se mantiene de generación en generación». «Imposiciones», añadiría yo. Y para seguir con la costumbre, procede añadir otra cita, ésta con una intención más provocadora, lo reconozco: «La tradición es la personalidad de los imbéciles», de Maurice Ravel. Al menos se la atribuyen a Él. Lo suyo eran los boleros, pero...debía estar harto. Supongo que con razón.

Ambas, tradiciones y costumbres, se han desarrollado, manifestado, repetido, soportado o disfrutado, según, estos días pasados, a caballo de dos años, hasta dejarnos (por lo menos a algunos) parecidos a un ser “grogui”; a un K.O. que nos deja desencajados y desfigurados al primer asalto; encima, sabiendo lo que nos va a ocurrir. Sin apenas poder zafarse, huir. No sé si somos imbéciles, pero parecer, lo parecemos (con todos los respetos). Y soportando, o colaborando, o implicándonos, en las mentiras condicionales. Y sí: se me antojan que, impuestas, reconducidas, obligadas socialmente, con machaque comercial, con hipocresías, paripés, y todo lo que quieran añadir. ¿Disfrute? Bueno, vale; cada uno...

Las ha habido para «dar y tomar»: saguntinas (y porteñas), valencianas (y catalanas), españolas (imperiales), europeas (forzadas), y universales (de Mercado). A ésas le añadimos, mediante apellidos, las raras, las curiosas, las zafias, las glamurosas, las...Para niños y niñas, adultos, yayos y yayas. Feministas, ecologistas, parlamentarias, concejalistas. Televisivas, radiadas, escritas, transmitidas por la RED. Soñadas, y frustradas.

Me he topado (yo,) fundamentalmente, con las religiosas. O tragas, o ñaca-ñaca. Como animal al matadero: no insistas en resistirte, porque al final, sucumbes. ¡Qué pesadilla! Cuentos inventados, tradiciones apropiadas de las costumbres populares, imposiciones del poder ejercido, cometarros interesados, connivencias importadas y moldeadas...Es verdad que, como dice un anónimo, «No hay Leyes, ni tradiciones, ni reglas, que se puedan aplicar universalmente, incluyendo ésta». ¡Ufff! ¡Menos mal! Sería el acabose, el colmo, el suplicio en algún caso.

Por fin. «Algunas», como todo, han evolucionado, alentadas, eso sí, por el consumo y el negocio; con algún fin (generalmente espurio); por el desconocimiento, por nuestras mentes teledirigidas e influenciadas. En definitiva: porque tontos no son. Y es que «o evolucionan (puede ser a peor) o se vuelven obsoletas. Allá donde exista tradición no evolutiva, refleja una sociedad estanca y llamada a morir». A ésta (Sociedad) en la que me desarrollo, creo, le está costando morir en sus costumbres y tradiciones ¡que menudo conocimiento de temores, supersticiones, mentiras, maldades y dolores nos ha dejado o transmitido!

Estoy harto del calendario juliano (leñes: 12 meses a 30 días, y ¡au! Tendríamos una creación acorde a los tiempos). Del nacimiento de un ser concebido por paloma. De las loterías (para engañar al pobre y darle esperanzas frustrantes). De abuelos con barba viajando en trineo (increíble tarea para sus maltrechas articulaciones). De los inocentes (ya no queda nadie como tal). De unos magos que no son sino un engaño personificado (cuyos obsequios hay que descambiar). Vale: celebremos el cambio de año, pero sin hacer el gilipollas. Ninguneemos a las multinacionales y sus altavoces mediáticos. Inventemos y creemos tradiciones y costumbres de otro calado y condición. Racionales. Espirituales. Despojemos a los gurús de sus poderes.


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