Regulación

Lunes, 02 Diciembre 2019 11:35

Cuando hoy, esta mañana lluviosa de lunes, 2 de diciembre de 2019, los alumnos/as de Infantil y Primaria, sus maestros/as, sus padres, el personal de servicio, hayan accedido a un centro público de enseñanza, será el último día en sus vidas escolares y docentes, en que se rijan, y los rijan, por el Decreto 2331997, de 2 de septiembre, (vigente, nada más y nada menos, veinte y tres años). Es decir: por el famoso, afamado, detestado, obsoleto Reglamento Orgánico y Funcional de Centros (conocido y soportado como “El ROFC”), del que guardo un amargo recuerdo. El nuevo, el reciente, el calentito, (Decreto 253/2019) entrará en vigor mañana, pues hoy sale publicado en el DOGV; y que aprobaron Ximo y sus consellers (por decir algo) el pasado día 29 de noviembre, viernes, en reunión del Consell Valenciano. Superados todos los trámites, y ante la indiferencia general.

Si lo piensan bien, la nueva “regulación” de los centros docentes (ha dejado de ser Reglamento, como denominación, lo que no es baladí) afecta a un, importante no, ¡importantísimo! número de personas de la población valenciana (además, en edad de formación), a sus guías o pastores y demás miembros de la denostada, sufrida y socorrida “Comunidad Educativa”. Al ser una “regulación” mediante Decreto, no es cualquier cosa. Y aunque tiene un marco estatal y europeo (o precisamente por eso) que lo condiciona, en general, debería conocerse en profundidad. Vamos: llevarlo encima si la Educación y la Enseñanza es una prioridad que te interesa. A mí, en esta columna de urgencia, no me ha dado tiempo a leerme las 48 páginas (ni imprimirlas; soy antiguo, y jubilado, sigo leyendo mejor en papel), y menos a destriparlo, subrayarlo, compararlo, criticarlo o aplaudirlo (me decanto, por los precedentes, y lo poco conocido, por la crítica feroz). Tiempo habrá de ir desentrañando sus 85 Artículos y Disposiciones.

Los del Botánico, es decir, Compromís y el PSPV (socorridos por el insignificante y advenedizo Podem) han tardado cuatro años y medio en alumbrarlo, como un instrumento necesario de actualizar, y a su vez, como un medio de rescatar personas (sic), desde la progresía, librándolas de las garras de la derecha cavernícola y mangante, mientras llega ¡otra! “La Prometida”, es decir, la LVE (Ley Valenciana de Educación), que verás. El dúo circense y bailón, Marzà y Soler, nos han querido dejar la segunda, o tercera ya, según, obra maestra de la legislación escolar antes de pasar a la posteridad. Quizá la LVE sea la cuarta, si antes...Su legado. No han encontrado mucha resistencia: la derecha valenciana no puede hablar (inmediatamente se les saca la bicha, (“LA CIEGSA”) y a callar. Los Sindicatos docentes, domesticados con la subvención y el papeo, y el chollo de la formación y la oposición, junto a la jornada escolar, “mut” (“silencio”, que me leen en Rusia). La Ampas, bastante tienen con sobrellevar el nombre, víctimas del entreguismo (de entrega, ¡palabro!) de sus representantes a la espera de un puestecito a tener “allí”; ni están, ni se les espera. El profesorado no pasa más allá de esperar a cobrar a final de mes, como los jubilados. Total, no piensan desobedecer...

Ahora, atémonos los machos. Si la referencia es el camino seguido en Cataluña, modelo y referencia, como parece de entrada, se habrá dado otro paso con un instrumento legislativo más en la privatización de un servicio público fundamental; un deterioro premeditado para dejarlo hecho unos zorros; un negocio hasta donde se pueda, y mientras tanto; y de paso, o por delante, dotarse de un instrumento de control y selección docente, de vivero de nuevos soldados hacia un destino en lo universal a los que se les tiene ofrecido el nuevo paraíso. Espíritu neoliberal de fondo, con padres creativos del sindicalismo histórico como avanzadilla. Si me lo llegan a contar, no me lo hubiese creído.

Dice José Miguel Monzón en su nuevo libro “La Furia y los Colores” que “los que nacimos en los años cincuenta hemos vivido la mejor época de la historia de la humanidad”. Allí lo explica, y algo de razón parece tener. Los que hasta 2015 vivimos la formación escolar y docente, sin duda, no vivimos la panacea. Pero vivimos. Con cierta tranquilidad. Ahora, todo es incertidumbre (incluso cuando se actualiza un ROFC). No es que cualquier tiempo pasado fue mejor, que no. Pero el futuro de la enseñanza pública se me antoja de catástrofe. Quizá porque estemos en puertas de “LA DEFINITIVA”. Quizá porque nos han ganado las metas. Quizá porque los colores se están destiñendo, y acecha el ogro.

Muera el viejo ROFC, corta vida a la ¿ROFC?


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Modificado por última vez en Lunes, 02 Diciembre 2019 11:39

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