Marginados

Viernes, 22 Noviembre 2019 21:07

A menudo sucede que, dentro de cualquier rama del arte, surge gente magistral que, como buen marginado social, busca en lo anómalo una forma de definirse o de expresarse, para aislarse así del mundo que le rodea y explorar posibilidades diferentes a las que le tocaría aceptar, o con las que tendría que convivir, de no haber sido una persona rechazada o arrinconada en su infancia o su juventud.

En el mundo del cine han aparecido actores excepcionales que podríamos decir que han tenido una juventud turbulenta y que han coqueteado con dramas, con incomprensiones, incluso con sustancias, que les han llevado a su autodestrucción, y que después de haber conseguido tocar el cielo, caen entre las llamas de la combustión precipitada. Podemos hablar entre muchos casos, del colérico y mujeriego Marlon Brando, que se negó a recoger un Óscar como protesta a la marginación sufrida por ciertos pueblos indígenas; de James Dean, incomprendido, rebelde y melancólico, que tuvo una breve carrera como actor (murió a los 24 años en un accidente de tráfico); o, más recientemente, Johnny Depp, que tiene sangre cherokee, que ha llegado completamente ebrio a alguna entrega de premios, y cuya situación financiera se ha hundido más de una vez por sus deudas millonarias, después de haber llegado a ser uno de los actores mejor pagados de ese Hollywood infernal que crea monstruos de la interpretación y engendros de la vida.

Todos estos marginados, a menudo se unen entre ellos, quizá para sucumbir juntos mientras intentan salir a flote. Hablando, por ejemplo, de Johnny Depp, podríamos decir que antes de convertirse en actor soñaba con ser músico y se ganaba la vida vendiendo bolígrafos por teléfono; pero Depp reniega de la falsedad material y moral que existe en el mundo, lo que ya lo convierte en excluido social, y contradice ese glamour plastificado de la gente que sobresale en Hollywood. Sus amistades, dentro y fuera de los escenarios, demuestran que el actor es un amante de la vida bohemia y alternativa, y de que sus preferencias y las de sus amigos se encuentran alejadas del sistema. Con Marilyn Manson filmó un videoclip en el que interpretaban a un trío sexual; pero también es amigo del cantante Alice Cooper y del guitarrista Joe Perry con los que recorre medio mundo tocando y cantando con la excusa de aterrizar en todos los bares; o del director Terry Gilliam, que lo ha sacado de más de un atolladero.

Marginados ha habido siempre, desde los genios del Renacimiento (Miguel Ángel, Leonardo, etcétera), hasta los grandes pintores impresionistas (y no cito a ninguno porque son muchos y todos me parecen magistrales). Dentro de los marginados actuales podemos hablar también de músicos importantes, como Keith Richards; pintores vanguardistas, como Warhol o Basquiat; escritores, como el estadounidense Hunter S. Thopson; y un sinfín de artistas conocidos o desconocidos, que han hecho del arte, no sólo su forma de vida, sino su forma de expresar al mundo la transgresión como un modo de vida diferente a ese modélico, bien pensante y políticamente correcto que la sociedad en la que vivimos nos empuja a llevar.

La sociedad descalifica y condena a todos aquellos que no aceptan sus normas, a todos aquellos que pretenden salirse por la tangente, y adiestra a todos los ciudadanos para que sigan el camino marcado sin desviarse ni un ápice. Sólo los niños, los locos y los artistas, que no han perdido la ingenuidad o la inocencia, que no tienen miedo a nada y que se mantienen atados sólo a sus principios, son los únicos que se salvan de esa vorágine que nos engulle a todos los que respetamos las normas y las leyes escrupulosamente; pero precisamente por eso, precisamente por no hacer de la marginación nuestro modo de vida, precisamente por no transgredir lo establecido, nunca podremos sobresalir (o se nos valorará) como verdaderos artistas.


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