Se acerca el 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia Machista, y en muchos parlamentos autonómicos la extrema derecha está dinamitando el consenso que existe sobre esta cuestión. Han negado su apoyo a las diversas declaraciones institucionales que conmemoran este día y se atreven a justificarlo diciendo que «la violencia no tiene género». Sin embargo, a un par de meses de que acabe el año, 2019 nos deja a 51 mujeres muertas en manos de sus parejas o exparejas, dos menores asesinados y 43 niños huérfanos, según cifras del Ministerio de Igualdad. El portal Feminicidio.net, que recoge todos los feminicidios y otros asesinatos de mujeres, reporta un total de 93 casos en lo que va de año. Igualmente, las cifras oficiales del Ministerio de Igualdad datan en 1.027 las víctimas de violencia machista desde que empezó a contabilizarse en el año 2013. Los datos son aplastantes, por supuesto que la violencia tiene género: los que matan son hombres y las que mueren son mujeres. Y esto sólo es la punta del iceberg, la expresión más extrema de esta lacra social, detrás hay infinidad de violencias que las mujeres sufrimos a diario y el maltrato físico es sólo una más, otras violencias como la psicológica, económica o institucional son mucho más difíciles de contabilizar y visibilizar.

Publicaba este mismo periódico el mes pasado, que en el municipio de Sagunto han aumentado las atenciones por casos de violencia de género en menores de 25 años. Esto nos indica, por una parte, que el problema de la violencia machista está todavía muy lejos de erradicarse (y no lo hará mientras sigamos viviendo en una sociedad patriarcal) y, por otra, que las jóvenes cada vez están más concienciadas y capacitadas para detectar las situaciones de violencia y empoderadas para pedir ayuda. Eso es un logro del feminismo, de las asociaciones feministas y de las instituciones que han decidido en mayor o menor medida asumir la agenda feminista y poner recursos para educar en igualdad y concienciar sobre este problema. Pero es evidente que mientras sigan muriendo mujeres este esfuerzo todavía es insuficiente y la situación de verdadera emergencia requiere más implicación por parte de los poderes públicos y más financiación para poder atajar este problema desde su raíz: la educación. Desafiar verdaderamente al sistema patriarcal necesita un cambio de mentalidad en toda la sociedad y, especialmente, en las personas más jóvenes, que todavía están moldeando su pensamiento y percepción del mundo y es donde se puede hacer un trabajo más eficiente para formar futuras generaciones que desechen por completo el machismo. Las propuestas que apuntan al endurecimiento de las penas o cadena perpetua por los crímenes machistas no sirven de nada si no van acompañados de un cambio social potente. Ni las más altas penas disuaden a un hijo sano del patriarcado de agredir a una mujer, sobre todo teniendo en cuenta el importante número que después se suicida. Lo único que puede prevenir es educación y más educación, en todos los ámbitos de la vida, en los espacios de educación formal y también los ámbitos de educación informal como las familias, medios de comunicación, etc.

Este 25 de noviembre el movimiento feminista nos vuelve a convocar para salir a las calles en repulsa por la violencia machista y es nuestro deber como sociedad no faltar a las concentraciones y manifestaciones que se van a celebrar en todo el mundo. Una vez al año —aunque deberían de ser muchas más— tenemos que salir a la calle para clamar el fin de esta barbarie y para recordar a tantas mujeres asesinadas, que son algo más que una cifra, son mujeres con nombre y apellidos, con historias, con familias y amigos que lloran sus pérdidas. También a los niños y niñas inocentes que han perdido la vida o que han quedado huérfanos. Este año el movimiento feminista de la comarca del Camp de Morvedre vuelve a convocar manifestación en Puerto de Sagunto que saldrá a las 18:00H de la Tenencia de Alcaldía, no hay excusa para no participar, todas y todos vamos a clamar que es un consenso, que la sociedad de nuestra comarca rechaza de forma frontal las violencias machistas.