Votar en conciencia

Viernes, 08 Noviembre 2019 17:54

De nuevo los españoles estamos convocados el próximo día 10 para acudir a votar. Y una vez más, ante las dudas que lógicamente nos surgen, como he dicho en otras ocasiones, siempre pienso lo mismo: voy a hacer lo que dicte mi conciencia. Voy a votar al partido que más se acerque a mis ideales, que defienda claramente los intereses de los españoles y, claro está, al que no vaya en contra de mis convicciones.

En el debate del pasado lunes vi claramente los que estaban muy lejos de cumplir mis aspiraciones y, aunque lo tenía muy claro, me reafirmé en la intención de voto que ya tenía.

No me valen promesas que luego estoy seguro que no van a cumplir porque han sido hechas en campaña electoral. Me fijo mucho más en los hechos. Ante el panorama que se presenta, en el que se vaticinan necesarios pactos, tengo que conocer o por lo menos presumir con quién o quienes se puede aliar el partido de mi elección. Necesito tener la convicción de que las alianzas serán con quienes defiendan los valores y principios que como españoles se nos deben respetar, así como la unidad y soberanía nacional a todos los niveles.

Tengo que tener en cuenta muy mucho los programas que respecto a la educación, economía, sanidad, empleo, seguridad, etc. presentan los distintos partidos.

Insisto, votaré en conciencia, teniendo en cuenta que el resultado de estas elecciones va a influir en muchas cosas que tienen implicaciones sociales y morales muy importantes. Quiero lo mejor para España, para la nación donde vivo y, claro está, también va influir en mi decisión los precedentes de actuaciones anteriores. El partido de mi elección debe tener la decisión firme de mantener la ley y el orden en todo el territorio nacional. Debo sopesar lo que se ha hecho bien, lo que se ha hecho mal o sencillamente lo que se ha dejado de hacer.

Y como católico, me preocupa también, entre otras cosas, que el partido a quien doy mi confianza no tenga prejuicios contra la iglesia, se preocupe de la educación moral de la juventud, la tranquilidad y estabilidad de la convivencia. Y todo esto me enseña a que no debo fiarme de las apariencias a la hora de votar.

Como decía al principio, sé que es difícil encontrar un partido que satisfaga las exigencias morales de mi conciencia, en cuyo caso, la plena responsabilidad me induce a votar aquella alternativa que me parezca menos contraria a la ley natural, más apta para proteger los derechos de la persona y de la familia, más adecuada para favorecer la estabilidad social y la convivencia de nuestra patria y sus costumbres.


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