Anoche, el último debate de la campaña del debate electoral lo titularon «La última oportunidad» y no pudo ser más acertado, porque el próximo domingo es la última oportunidad para conformar un gobierno de progreso y frenar el avance de la extrema derecha. Este 10N tenemos que decidir si queremos ser un país que avanza o un país que retrocede. Si seguimos profundizando en un Estado del bienestar, de libertades y derechos para todos y todas, o si damos alas a quien pretende destruir los servicios públicos y las garantías sociales que tanto nos han costado alcanzar.
Los servicios públicos que tenemos en España son nuestra mayor riqueza. La educación o la sanidad nos hacen grandes como país y no solo hay que protegerlas, hay que mejorarlas. Defender los servicios públicos es patriotismo y no agitar una bandera. Precisamente los que agitan banderas, son los que proponen bajadas masivas de impuestos para, en consecuencia, destruir los servicios públicos y que sólo puedan estudiar o ir al médico los que más tienen. Los partidos de extrema derecha son enemigos del Estado del bienestar y esconden este programa privatizador detrás de una bandera bien enorme. Fomentando una identidad excluyente y la guerra del penúltimo contra el último para intentar hacer creer a las personas trabajadoras que las personas migrantes son un riesgo para su bienestar y seguridad, cuando el verdadero peligro son ellos. Además, han tenido la poca vergüenza de poner el foco sobre los llamados MENAS, que no son más que niños y niñas migrantes que están solos y solas, que no llegan aquí por gusto, sino porque huyen del horror y la miseria. Planean aumentar la desprotección social para que los ricos puedan ser más ricos a costa de que los pobres sean más pobres y culpar de todos los males a la migración. Por eso la vacuna contra la extrema derecha es sencilla: más Estado, más servicios públicos, más garantías, más igualdad. El fascismo se nutre donde hay desigualdad y miseria y tenemos que frenarlo en seco.
Sin embargo, el voto útil para ese cambio no es ni mucho menos Pedro Sánchez, que en estos momentos de incertidumbre se atreve a coquetear con el PP y Ciudadanos y que, ante una posible agudización de la crisis, ya promete sometimiento total a Bruselas y a las mismas recetas que no funcionaron y que nos hundieron como país. Sin conocer todavía el resultado de las elecciones, Sánchez, que no está dispuesto a dialogar con nadie si no se ve obligado, ya ha anunciado que pondrá como vicepresidenta a Nadia Calviño para que el alma neoliberal del PSOE tenga más protagonismo. Una persona que no va a inquietar a la CEOE ni a Europa, pero que sí que va a quitar el sueño a los españoles y españolas, porque sabemos la fórmula que va a aplicar y que algo ya nos ha dejado entrever: privatizaciones y recortes.
Por eso, este domingo el voto útil es para Unidas Podemos, porque sólo si Unidas Podemos es imprescindible para formar gobierno el PSOE se verá obligado a desarrollar la agenda social y de progreso. Hay buenos y buenas socialistas que tienen ganas de que este país avance, pero para eso necesitan el empuje de quien no tiene deudas con los bancos ni puertas giratorias con las grandes multinacionales. Con diálogo y entendimiento es posible iniciar un periodo de estabilidad para nuestro país, amortiguando la crisis con políticas públicas y no con recortes. En esta nueva etapa se pueden acometer algunas de las reformas urgentes que necesita el país, ensanchando los derechos a la vez que se genera empleo y se pone a funcionar la economía. Iniciar la transición ecológica, un parque público de vivienda, un sistema nacional de cuidados… Empleo estable y de calidad dedicado a hacer mejor la vida de todos y todas.
El desencanto con la política actual es totalmente comprensible, pero que nadie se quede en casa este 10 de noviembre porque las élites nunca se olvidan de votar y están deseando que la gente humilde no salga a las urnas para poder avanzar en sus intereses. Soy de las que piensan que los derechos y libertades se defienden todos los días del año, pero a partir del domingo puede ser más fácil o más difícil, tú eliges.
