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Alejandro Mayordomo Buendía

Entristecido

Lunes, 04 Noviembre 2019 11:30

Entristece ver cómo (por poner un ejemplo) has estado apoyando desde tus limitadas posibilidades a un colectivo docente sometido al uso y abuso de la organización administrativa pública, en Fraude de Ley (cerca de 80.000 interinos e interinas en el conjunto de la AP), y que ahora, a distintos niveles, te salen de altavoces de sus verdugos, de sus chupa-sangres, de lo más reaccionario y carcamal, de lo más franquista (como mínimo) de la política, incrustados en las instituciones públicas; a su vez títeres de los que hicieron fortuna entonces, y que en estos cuarenta años la han aumentado con creces. Acogerse a sus engaños, a sus falsas promesas, a sus mentiras, a sus soflamas, a sus “compromisos” futuros si tocan más poder, intentando ser creíbles, y ser atraídos a la telaraña desplegada en parlamentos, ayuntamientos, administraciones públicas en general, medios de difusión y redes sociales, me parece desalentador. Con sólo reproducir sus siglas de tres letras me entra sarpullido. Me aleja del humilde apoyo que les he podido prestar con buena intención. Lo peor: no veo a la gran mayoría salir al paso. Pareciera que.

Parece ser que nos perdonaron la vida, y que, gracias a su magnánima benevolencia, “disfrutamos” de una Democracia plena; que no fue sino un acuerdo entre un régimen criminal con necesidad de blanquearse y adaptarse, sugerido internacionalmente, e impuesto el no pedirles cuentas per secula seculorum. Y unos renegados, y hasta traicioneros, que se plegaron a la primera de cambio a firmar la prolongación de un franquismo sin el dictador (se había muerto en la cama), sin ruptura mínima, sin depuración,  suavizado, advirtiendo de volver a la mínima a lo más duro, sometidos a la bota militar y demás controles, a cambio de un plato de lentejas con moquetas, focos, egos, pisotones, subvenciones, robos, y entrar en la medida de lo posible en las élites que pinchan y cortan. Seguir sometiendo a los vencidos y sus descendientes y desarrollar sus negocios fue, y sigue siendo, su entretenimiento y ahínco. La trayectoria de “los otros”, que se olvidaron de los que se sacrificaron, ya es conocida. Entraron en el juego de lo posible, pero bien que se pusieron a beneficiarse, hasta asimilar las artes políticas y económicas de aquellos desalmados sinvergüenzas. El panorama que se divisa es desolador. Claro: según para quien. Para unos pocos, oportunidad de negocio. Para los de siempre, los indicadores del retroceso a todos los niveles: económicos, de libertades, éticos, morales, culturales, solidarios...

Porque aquello ha resultado ser un franquismo blanqueado y adaptado, con más franquistas sociológicos de lo que parece, que a la mínima que se da la patada a una piedra, te salen por todos los lados. Están muy próximos (en tu afición, en tu trabajo, en tus amistades, en el propio partido, sindicato o asociación, incluso en tu propia familia). Se les puede identificar una vez que se han soltado en el habla, en las actitudes, en los pensamientos, en las reacciones, a poco que unos charlatanes vividores del cuento se les ha puesto pasta, foco y micrófono para largar, amenazar, cambiar la historia pasada, y prometernos “el ajuste cuentas” por no haberlos depurado y cortarles las alas.

Echarse en sus manos, aunque sólo sea por duplicar su propaganda en tus espacios, darles el voto, y consentirles sus amenazas, creyendo que te van a solucionar la vida de por vida porque “recogen” tus demandas, pudiera parecer una ingenuidad fruto de un ninguneo aplicado por otros (que lo es), un olvido programado, o una desesperación motivada que pudiera venderse como comprensible. Y no. Nada lo justificará. Se estará más cerca de la complicidad en el ascenso de la bestia parda que de la solución de los problemas laborales de cada uno. Y luego no habrá ni vida; sólo miedo. Las Historia reciente de los años 30 en este país, y en Europa, es un ejemplo aleccionador. 


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