El pasado viernes se realizó un debate-tertulia en el programa La Qüestió de la nueva televisión autonómica À Punt, acerca de un tema candente e importante como el Documento de Últimas Voluntades, o sea, sobre el derecho a decidir sobre ti mismo y tu propia vida. Es la primera vez que sintonizo este canal, pues aún no me siento repuesto del todo del trauma que me causó Canal Nou con su vergonzante programación. Una televisión pública es un servicio público pagado con el dinero de todos (da hasta vergüenza sentir la necesidad de aclarar esta obviedad) y en un país que no fuese como dios manda, la Fiscalía del Estado hubiese “montado un pollo” ante programas como “Tómbola” y otros muchos más.

Ignoro si el programa La Qüestió es una excepción, tendré que sintonizarlo más para comprobarlo, pero si es así habrá que felicitar a quien corresponda por su acierto, pues el programa funcionó como un reloj: las presentadoras estuvieron muy profesionales y eficientes, el tema muy de actualidad y muy bien tratado, la elección de los tertulianos muy correcta pues eran personas preparadas y muy puestas en el tema… vamos… toda una excepción en las televisiones públicas de este país, si exceptuamos TV3, ETB y TV2.

En el trascurso del programa pudimos ver que las diferentes encuestas realizadas sobre este tema tabú nos dicen que más de un 85% de la población está de acuerdo en disponer de su propia vida y por tanto, también de su muerte. En el resto de los encuestados predominan los no saben/no contestan. Es decir, a pesar de la desinformación institucional y manipulación religiosa sobre el tema, los españoles no estamos por perder el derecho natural a disponer de nuestros propios asuntos vitales.

También resultó esclarecedora una encuesta a pié de calle donde se comprueba que la mayoría de la población ignora que dispone legalmente de la posibilidad de realizar un Testamento Vital y que este se incorpore a la ficha técnica del paciente de modo que en el momento que se estime necesario, pueda ser visualizado por los profesionales de la sanidad pública a los efectos oportunos. También algunos médicos de familia afirmaron que desconocían esto y que la administración no se había molestado en informarles.

Para aquellos que quieran o necesiten más información sobre el tema pueden entrar en Internet y buscar DMD (Derecho a Morir Dignamente)

Una observación final: si solo un porcentaje de un 6 a un 8% está en contra, fundamentalmente por sus muy respetables creencias religiosas, ¿porqué mi vida ha de depender de sus minoritarios criterios? ¿Acaso mi criterio no es respetable? Si a ellos nada les obliga a nada ¿por qué a mí sí?