Votaciones

Viernes, 26 Abril 2019 15:39

El día 28 de abril ya lo tenemos encima, está ahí, a la vuelta de la esquina, tanto, que este artículo, que sale hoy, día 26 por la noche, algunos lo pueden leer (si es que alguien lo lee, claro) durante la jornada de reflexión.

Hay quien piensa que para qué ir a votar, si luego todos los políticos son iguales, y todos están ahí para sacar tajada. No les falta, desde luego, un poco de razón, y digo un poco, porque alguien nos ha de representar, alguien ha de implantar las leyes que beneficien a una mayoría, y siempre habrá alguien que se acerque más a nuestra ideología o alguien en quien confiemos que lo va a hacer un poco mejor que los demás; y hacia esos, precisamente, deberían ir encaminados nuestros votos. Nuestros votos, que tienen mucho poder en conjunto, por lo que sería una pena el desperdiciarlos.

Un grano de arena no forma una playa, pero muchos granos de arena sí que la forman. Hay también un refrán popular que dice: «Un grano no hace granero, pero ayuda al compañero», por eso, con nuestros votos, podemos ayudar a los demás, además de salir beneficiados nosotros mismos.

Otros dicen que si no vas a votar, después no tienes derecho a reclamar nada. No es cierto. El no ir a votar, como el votar en blanco, son otras opciones más, pero eso no significa que, si no votas, no puedas después reclamar lo que te pertenece, o no tengas derecho al «pataleo», como suele decirse. Sin embargo, de entre todas las opciones posibles, se me antoja que la mejor es la de ejercer tu derecho al voto. Ya hubiéramos querido tener esa opción los que sufrimos el final del franquismo. En esa época no había opción posible. Todo estaba impuesto, y te gustara o no, tenías que aceptar lo que había, porque otra cosa, ni la había, ni te la iban a ofrecer, ni se esperaba que la hubiera, al menos a corto plazo.

La campaña política para las elecciones generales ya ha terminado, aunque últimamente, más que campaña política, lo que han hecho muchos partidos es campaña de «acoso y derribo» del adversario. No saben ofrecer lo que está en su programa (quizá no tengan ni programa, y su programa sea ir improvisando sobre la marcha); no saben reclamar el voto a los ciudadanos esgrimiendo las bondades que tienen pensado aplicar si llegan al poder; sólo saben hablar mal del adversario, criticar sus modos, inmiscuirse en su vida privada para airear hasta los trapos sucios de sus antepasados y, cuando no los encuentran, inventarlos. Esa no es forma de hacer política, ni forma de hacer campaña. Seamos un poco serios, vayamos a votar, pero votemos con conocimiento, porque nos jugamos la vida que podemos tener en los próximos cuatro años, y en los próximos años puede que salgan beneficiados los mismos de siempre, esos que no necesitan nada, porque ya lo tienen todo, o puede que los trabajadores, los pequeños empresarios, los artistas, los funcionarios, los asalariados y los pensionistas obtengamos un poco más de dignidad porque alguien se preocupe de nosotros.


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