La pesca

Viernes, 29 Marzo 2019 13:53

A los políticos de raza, a los que de verdad sienten el poder como algo propio, a esos que están tan apegados a él y no pretenden desprenderse de los beneficios que les reporta, les gusta la pesca o, al menos, se nos antoja a muchos que así debe ser. Todos recordamos —¿cómo no?— esas imágenes de Franco, con sus botas de goma altas, por encima de la rodilla, aunque no necesitaba que fueran muy altas, dada su estatura, dentro del río lanzando la caña y esperando que picaran las truchas. Las truchas que sus acólitos más allegados le enganchaban en el anzuelo para que el generalísimo no tuviera que esperar mucho, se pusiera nervioso o perdiera la paciencia. Las truchas que, cuando salían, apenas si se movían ya. También hemos visto a otros políticos practicar con calma dicho deporte, aunque no es necesario nombrar a ninguno de los políticos actuales. No hace falta que nadie se sienta aludido, y mucho menos que se sienta incómodo.

La pesca es un deporte paciente, un deporte que sirve para desintoxicarse del estrés que produce la política, y en ese sentido, se nos antoja algo positivo, quizá porque mientras se espera a que pique la pieza, el pescador tiene tiempo para reflexionar, y la reflexión para un político es muy importante, aunque no sabemos si todos los políticos son capaces de reflexionar y de calibrar en qué se han equivocado, para corregir la trayectoria negativa de su misión, o una mayoría piensa que su gestión ha sido digna de encomio. Quizá esto último sea lo más frecuente.

La caza es otra cosa. Hay que ir detrás de la presa, a veces con el perro, para poder atrapar a las liebres o a las perdices, patearse el monte o el campo y andar mucho; y no hablamos de la caza mayor, esa que está tan limitada, o a la que sólo se tiene acceso si se va a Kenia, a Botsuana, a Angola, a Namibia o a cualquier otro país en los que se puede encontrar el llamado quinteto de especies animales africanas (león, leopardo, rinoceronte negro, elefante y búfalo cafre). ¡Cuánta aristocracia hay en este tipo de caza!

La pesca no es igual. No tienes que perseguir a la presa, simplemente tienes que lanzar el anzuelo, engañar a la pieza y esperar a que pique. Y eso a los políticos se les da muy bien. Yo no sé si es más fácil o más difícil cobrar una pieza de caza o de pesca, lo que sí se me antoja es que es más cómoda esta última actividad deportiva. No tiene el sujeto que ir monte arriba, monte abajo, en busca de la pieza, o a través de la sabana, aunque también se puede cazar a la espera. De cualquier modo, creo que es más fácil la actividad de la pesca, porque, como hemos indicado, con lanzar el hilo con el anzuelo y el cebo, y esperar a que piquen, todo solucionado.

Está claro el paralelismo que hay entre la política y la pesca. Todo es cuestión de lanzar el anzuelo con el cebo, y esperar a que piquen. Da igual que sea una trucha, un salmón… o un votante.


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