Elecciones generales

Viernes, 01 Marzo 2019 15:36

Qué lejos —y qué arrinconada— queda la ilusión que teníamos los jóvenes veinteañeros al principio de la década de los ochenta por la política de nuestro país. ¿Dónde está la ideología progresista, liberal y social de Felipe González, de Alfonso Guerra y de tantos, que nos ilusionaban con sus palabras y con ese afán por conquistar las parcelas de libertad que durante casi cuarenta años nos habían estado proscritas? Todos esos que nos encandilaron con su actuación y con su verborrea, ahora se han vuelto iguales que aquellos a los que criticaban. Aún recuerdo aquellas palabras de Felipe González, en un mitin a finales de los años 70, cuando decía: «Compañeros socialistas, nunca os fiéis de los políticos que terminen en los Consejos de Administración de las empresas». En fin, ya sabemos dónde han llegado esos que predicaban libertad y socialismo, por eso, haciéndoles caso, no deberíamos fiarnos de ellos, que ahora aplauden las medidas de la nueva derecha, esa que pretende instalarse en nuestra sociedad para quitarnos todo lo que con tanto sacrificio hemos conseguido, y pretende que volvamos a ese oscuro pasado que sin haberlo conocido (todos los jóvenes líderes de la derecha han nacido con la democracia) añoran.

El tripartito formado por Ciudadanos, PP y Vox nos demuestra cada día a lo que son capaces de llegar si en algún momento llegan a gobernar en nuestro país. Volveremos a los esquemas rancios y oxidados, en los que la política nos asfixie como lo hizo en el pasado; se nos terminará el Estado de Derecho, la libertad individual y la democracia, como se nos está terminando ya la clase media y la sociedad del bienestar.

Los ricos no sólo seguirán siendo ricos, sino que lo serán mucho más, mientras que los trabajadores tendremos que seguir trabajando, y mucho más para conseguir menos de lo que ahora tenemos. La explotación laboral aumentará y los derechos de los trabajadores disminuirán a marchas forzadas. Ya hay mucha gente que dice que para qué sirven los sindicatos y los comités de empresa: Ese es el paso previo para eliminarlos y que la clase trabajadora no tenga en qué apoyarse, ni a quién recurrir cuando se vulneren sus derechos más elementales.

Tenemos muchos políticos, demasiados quizá, que con la mejor de sus sonrisas son capaces de albergar los mayores rencores y los más bajos instintos. Pablo Casado es el ejemplo de todos ellos. Tras su sonrisa permanente, escupe la rabia que le produce que triunfen las políticas sociales, que haya habido alguien capaz de, a través de una «moción de censura», figura contemplada con claridad en nuestra Constitución, haya conseguido echar del gobierno a los que, protegidos por la sombrilla de la crisis económica, rebajaron salarios y pensiones, eliminaron presupuestos destinados a la Sanidad Pública y a la Educación Pública, y encauzaron esa Sanidad y esa Educación hacia empresas privadas dirigidas y controladas por sus amigos, sus familiares o sus socios.

El próximo 5 de marzo se disolverán las Cortes, y el 12 de abril dará comienzo oficialmente la campaña electoral, aunque todo lo que digan a partir de ahora los líderes políticos se debe considerar como pre campaña; el 28 de abril está a la vuelta de la esquina; y ahí es donde debemos demostrar qué es lo que queremos, si volver a la política rancia y oscura de la privación de libertad y de que lo privado nos asfixie, o apostar por las políticas sociales que distribuyan de una manera más equitativa los beneficios generados por las distintas entidades que en nuestra sociedad existen. En nuestras manos está aplaudir a esos que tras una sonrisa cínica esconden las más perversas ideas, o apostar por la seriedad del que no esconde sus ideas y pretende implantarlas en la sociedad que le ha votado, porque es lo mejor para el conjunto de la población.


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