Venezuela

Viernes, 01 Febrero 2019 13:25

En los últimos años, y desde que está al frente del país Nicolás Maduro, Venezuela ha sufrido una serie de avatares que han puesto a la nación en el ojo del huracán, o en el punto de mira de numerosos países que, en función de la ideología de sus gobiernos, ven bien o mal lo que allí sucede a nivel político, aunque sea el bloqueo económico al que está sometida la población el mayor problema que sufren los venezolanos ante la falta de productos de primera necesidad en los supermercados.

Lo que Nicolás Maduro es, cuál es su comportamiento y cuáles son sus ademanes todos los sabemos. Nadie pone en duda que su forma de gobierno está al límite del más puro estilo dictatorial, si no supera ese límite, y no hace falta que venga nadie a hacernos un fundido en negro para después dibujar a su antojo la silueta de alguien que el 10 de enero pasado juró su cargo de una manera inconstitucional como presidente ante el Tribunal Supremo de Justicia, cuando debería haberlo hecho ante el Parlamento, como marca la ley; y que, con anterioridad, la comunidad internacional no reconociera las elecciones del 20 de mayo por ser «injustas y nada transparentes».

La respuesta ante este vacío de poder se encuentra en el artículo 233 de la Constitución, que dice que cuando se produzca la falta absoluta del presidente, se encargará de la República el presidente de la Asamblea Nacional hasta que se convoquen nuevas elecciones.

El abogado constitucionalista José Ignacio Hernández, dijo a ABC que Juan Guaidó «fue proclamado no por su propia voluntad o porque se haya atribuido el cargo de presidente, sino porque el artículo 233 lo establece». Además, aseguró que «los acuerdos parlamentarios del 15 y 22 de enero declaraban la usurpación de Maduro y autorizaban a Guaidó a actuar como presidente. Por lo tanto, no hay ninguna autoproclamación», sentenció el letrado.

Sin embargo, con independencia de que sea o no constitucional la proclamación de Juan Guaidó, todos sabemos que Venezuela es un país rico, que tiene una biodiversidad muy alta, que ocupa el 7º lugar en la lista mundial de naciones con mayor cantidad de especies, lo que hace que sea un país con un potencial de turismo extraordinario; pero además posee las reservas de petróleo más grandes del mundo, y es rico en gas, litio y coltán, lo que supone un enorme atractivo para que los EE UU, el mayor enemigo de la República Bolivariana de Venezuela, vea allí una colonia importante para su economía, e intente atraer a otros países hacia la idea de que hay que derrocar el régimen de Maduro como sea.

En nuestro país, el PP, Ciudadanos y Vox no han tardado mucho en unirse a los países que defienden la constitucionalidad de la proclamación de Guaidó, a pesar de haber muchos países que dicen que lo que ha hecho este último es dar un golpe de estado. Parece mentira que nuestros partidos de derechas tilden de golpe de estado lo que ha ocurrido en Cataluña, y crean que hay que volver a aplicar el artículo 155, y en cambio apoyen este supuesto golpe de estado de Venezuela sin ninguna fisura. Está claro cuál es la vara de medir que estos partidos utilizan; pero lo que todavía es más sorprendente —e incongruente— es que condenen la «dictadura» de Maduro, pero no hayan condenado nunca la «dictadura» de Franco; pero, claro, tiene su lógica: Ellos son los herederos, los nietos de los franquistas, y la familia siempre tira mucho.


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