¿Prácticas educativas o sólo propaganda?

Viernes, 28 Diciembre 2018 12:03

A menudo nos sorprendemos, o nos escandalizamos, pensando en todos aquellos que hacen del adoctrinamiento su bandera más emblemática, y les criticamos de una manera ferviente. Algunas de estas notas ya las comenté hace unos cuantos meses en otro artículo que ofrecía características similares, pero vuelvo a insistir en el tema, por si a alguien de los que lo leyeron se le olvidó, aunque intentaré darle una vuelta de tuerca para decir algo diferente.

¿Quién no ha pensado alguna vez que es adoctrinamiento el independentismo catalán, y que eso es lo que hacen todas aquellas personas que desde las escuelas ya adiestran a los niños al odio, según dicen, hacia todo lo español? ¿Qué es lo que ocurre desde la época más dura de la izquierda abertzale en las ikastolas? ¿Quién no ha pensado que eso mismo sucedió en la Cuba de Fidel, con toda la propaganda antiimperialista y anticapitalista que el Estado cubano desplegó? O en la Venezuela de Maduro, que es el germen de lo que predica Podemos y todos los antisistemas, según creen algunos. ¿Quién no ha visto adoctrinamiento en la revolución bolchevique, en el nazismo alemán o en el fascismo italiano? ¿Quién no cree que el franquismo fue una sucesión ilimitada de adoctrinar a todos los españoles durante casi 40 años en los principios del Movimiento? ¿No ha estado adoctrinando la Iglesia católica desde hace casi 20 siglos, y lo sigue haciendo en la actualidad, en algunos momentos de la historia con métodos totalmente represivos? ¿Quién no adoctrina con tuits, a través de las redes sociales o a través del WhatsApp, incitando a todos sus contactos a unirse a una u otra propuesta para defender una u otra causa?

¿No son adoctrinamiento también los mítines del PP, del PSOE, de Podemos, de Ciudadanos, de Vox o de cualquier otro partido político, cuyos dirigentes pretenden captar el voto con sus palabras? ¿No es también adoctrinamiento este mismo artículo de opinión?

El mundo está lleno de adoctrinamientos, en todas partes y a lo largo de una historia cargada de represiones, guerras fratricidas, adiestramientos con mayor o menor énfasis y disputas en las que cada uno pretende salir airoso frente al otro que esgrime una propuesta diferente a la suya.

Todos, en mayor o menor medida, hemos sido adoctrinados en uno u otro sentido, y todos, también en mayor o menor medida, hemos intentado adoctrinar a nuestros semejantes en algo que sentimos muy profundo, en algo de lo que estamos plenamente convencidos o en algo que apreciamos como propio. Sin embargo ¿predicamos a menudo la libertad de expresión, o la libertad de ideas, programas, opiniones y opciones? ¿Respetamos las ideas de los demás, o sólo exigimos que los demás respeten las nuestras? Pensémoslo detenidamente, y «el que esté libre de pecado que tire la primera piedra».


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