Andalucía

Viernes, 14 Diciembre 2018 18:43

La semana pasada terminaba mi artículo con una pregunta: «¿Estamos preparados para resistir de nuevo un avance como el de la Alemania nazi?».

Cuando envié el artículo a la redacción de El Económico, las elecciones andaluzas todavía no habían empezado, por lo tanto no se sabían los resultados, aunque algunas encuestas ya barajaban ciertos datos, y ciertas sospechas. Sin embargo, ahora que ya conocemos los datos exactos, podemos observar el fuerte auge que ha experimentado la derecha y, sobre todo, la entrada apoteósica en escena de un partido de las características de VOX, algo que ya creíamos superado y que, sin embargo, estaba simplemente agazapado, esperando que llegara el momento oportuno para poder resurgir; y ahora, ante la vista de los resultados en Andalucía, y ante el temor de que esos resultados se puedan extrapolar al conjunto nacional, me pregunto: ¿Estamos preparados para retroceder cuarenta años?

¿Estos resultados son sólo el efecto de la mala gestión del PSOE desde que la democracia se instauró en España, o han sido motivados también por la crisis económicos que ha endeudado aún más a las clases más pobres? Y si esto es así ¿por qué los más humildes votan a la derecha?, ¿temen acaso que sus miserables puestos de trabajo desaparezcan si los señoritos que mandan ven que sus trabajadores no han votado a lo que ellos pretendían y toman represalias?

No sé cuál es la conciencia política de cada persona, ni el motivo por el que un trabajador puede votar a la derecha. Entiendo que los empresarios voten a aquellos que más le van a beneficiar, pero me parece injusto que un asalariado vote en contra de sus intereses. Algo oculto debe de existir para que esto se produzca, llámese temor, sospecha, recelo, inquietud, desconfianza, miedo… No sé qué pensar, pero si la crisis nos ha endeudado más, y nos ha endeudado más a los más humildes, ¿cómo esperamos salir de ella? Con políticas de derechas, desde luego no vamos a conseguir mucho, y si lo que a ocurrido en Andalucía puede ser un indicativo de lo que en breve puede pasar en el resto del país, no le van a quedar más agujeros a nuestro cinturón para apretarlo de nuevo.

Yo no soy partidario de ningún tipo de violencia, pero si las cosas siguen así, entiendo lo que está sucediendo en Francia con los chalecos amarillos, y entendería también que ese tipo de violencia pudiera extenderse a países como el nuestro, aunque parece que nosotros no seamos un país que tenga muy arraigado el concepto de conciencia social, y nos mueve más el fútbol y otras cosas que lo verdaderamente importante.

La clase trabajadora está ya suficientemente explotada. No se le pueden pedir más esfuerzos a los que todo lo están dando. Ya es hora de que los que poseen los medios de producción se sacrifiquen también un poco en beneficio de los demás; pero para conseguir que esto pueda llevarse a cabo, se necesitan unos gobiernos que propicien la igualdad, o la equidad, para que exista un equilibrio entre unas clases sociales y otras; y esto, desde luego, no se consigue desviando nuestros votos hacia la derecha más rancia, más inoperante y más arcaica, esa de la que nos debemos desentender de una manera rápida, y que, sin embargo, vemos como se asoma, cada vez con más descaro, al panorama político.


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