Candidaturas

Viernes, 07 Diciembre 2018 13:46

Los resultados de las elecciones andaluzas han puesto en evidencia la baja calidad democrática del país y la degeneración de valores impulsada por la corrupción de los dos partidos tradicionales y la falta de alternativas viables y creíbles de los otros dos partidos en liza. 

Me escandaliza el comportamiento de todos los partidos políticos en cosas propias de su orden interno, como las confecciones de sus listas electorales, cómo los “aparatos” de los partidos eliminan su propia democracia interna…

No creo que todos los políticos sean iguales ni que haya que despreciar la política. No. Creo que la política es algo muy digno y necesaria y que todo es política. Además, la política si no la haces, te la hacen. Y es precisamente por ello por lo que escribo indignado.

Siento vergüenza ajena comprobando, por ejemplo, como los programas electorales no sirven para nada, que ya nadie se los lee y mucho menos se los creen, que en algunos casos se trata de un “recorta y pega” de otros programas. Aún más vergüenza me da el comportamiento de personas que van en candidaturas y al no salir electos “desaparecen”, algunos para siempre y otros para “reaparecer” años más tarde en otra candidatura (que incluso puede ser de otro partido) a ver si esta vez hay más suerte y me coloco.

Entiendo que alguien acepte ir del octavo hacia atrás en unas municipales aquí en Sagunto, para relleno en una candidatura, pero los que van entre los seis primeros en muchos casos van para salir: es infumable que si no salen desaparezcan de la escena política, que no colaboren, ni participen, ni controlen, ni vigilen, los trabajos que sus compañeros electos han de realizar.

Lo “normal” viene siendo lo contrario. Estos desaparecen y los electos piensan que ellos son “el Partido”, que pueden hacer lo que les dé la gana y, lo aún peor: que no tienen que dar cuentas ni explicaciones a nadie.

En esas circunstancias es difícil caer ya más bajo (aunque algunos lo logran: corrompiéndose) o no caer en la desidia y dejadez, adocenarse, dejarse domar por el Sistema y/o convertirse en un profesional de la política de aquellos que harán lo que sea por preservar su pan de cada día.

Los partidos de izquierda deberían corregir estos fallos tan esenciales para unas buenas prácticas, sistematizando y democratizando su funcionamiento, dando mayor participación a sus bases, especialmente a aquellos que realmente son sus afiliados más activos y combativos y, también, por respeto a sus votantes. Todo lo que no sea luz, taquígrafos, participación, vías de llegadas y salidas de ideas, proyectos e intercambios de opiniones, estará condenado al fracaso o lo que es aún peor: a corromperse.   


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