Feminismo

Viernes, 30 Noviembre 2018 14:49

Los que me conocen saben de sobra que siempre he defendido, y seguiré defendiendo, por encima de todo, a la mujer. Creo que las mujeres deben tener los mismos derechos, en todos los ámbitos, y las mismas oportunidades que los hombres, sin ninguna duda, y sin ninguna excepción. Aunque lo que deberíamos hacer es agrupar hombres y mujeres dentro del mismo género, el género al que pertenecemos, y pensar que «todos los seres humanos» deben tener derechos iguales, sin distinción alguna por razón de raza, sexo, lugar de nacimiento, ideología, etcétera.

Hasta aquí, creo que todos deberíamos coincidir; pero hay algo que en la actualidad estamos sobrevalorando, y es pensar que todo aquello que hace una mujer, por el hecho de ser mujer, está bien; y no es así, como tampoco está todo bien por hacerlo alguien de piel oscura, alguien de un país del tercer mundo o alguien, por ejemplo, ciego o con movilidad reducida. Porque todos aquellos que defienden a ultranza a un determinado colectivo, a menudo le están haciendo un flaco favor.

Quizá esté equivocado, pero me parece que hay últimamente una corriente feminista que aboga por ensalzar todo lo femenino, diciendo que es sublime «todo» lo que ellas hacen, y que si la historia no ha reconocido la valía de «las mujeres» es porque el machismo reinante en su época las marginó. De acuerdo, es muy injusto que a las mujeres no se les dejara estudiar, o participar en la vida pública, o ejercer otros oficios diferentes a las labores propias del hogar, de la maternidad o del cuidado de sus hijos y de sus mayores. Es tremendamente injusto. Y ese es el motivo por el que ha habido tan pocas pintoras, compositoras, científicas o pensadoras, y que algunas escritoras hayan hecho verdaderas obras maestras ocultas bajo el disfraz de un pseudónimo masculino. Todas aquellas de las que tenemos constancia tienen un mérito enorme, pero eso no significa que «todas» sean unas artistas magistrales, que es, quizá, lo que pretende esa corriente feminista a la que antes aludía.

Frente a esa corriente, que habla de conspiración y machismo, tenemos el reconocimiento de grandes artistas. Si hablamos de las letras, podemos nombrar a George Eliot, Jane Austen, Virginia Woolf, Rebecca West o Agatha Christie, por poner algunos ejemplos concretos que me vienen de repente a la memoria; o en España a Emilia Pardo Bazán, Rosalía de Castro, Rosa Chacel, Carmen Laforet y una lista interminable. Mujeres, todas ellas, de una gran inteligencia y talento, cuyo mérito nadie, ni por supuesto el machismo más rancio, lo puede ocultar, como tampoco las ha podido «ningunear» ese supuesto «complot» masculino. Sin embargo todas esas reivindicaciones feministas, que pretenden ensalzar la figura de mujeres mediocres, creyendo que han sido estigmatizadas por la misoginia reinante, y cuya memoria quieren recuperar, lo único que hacen es tejer menos beneficio y sembrar más daño al verdadero arte creado por mujeres.


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