Aquella enseñanza media

Viernes, 28 Septiembre 2018 12:03

En mi escrito publicado el 14 del presente mes, comentaba los inicios de la Enseñanza Primaria en el Puerto y la inauguración del Colegio de Ntra. Sra. de Begoña el 2 de octubre de 1947, centro docente al que como dije acudí desde los 7 a los 10 años. A esta edad, cuando llevaba dos o tres meses del cuarto curso, el maestro, don Vicente Masip habló con mi padre para que yo estudiase el Bachiller y para eso pasase al Centro de Enseñanza Media. Así me lo comunicó mi padre y, con mi compromiso de que aprovecharía el tiempo, aceptó a que el propio señor Masip me presentase al profesorado en el citado centro, que se había inaugurado también en 1947, y que estaba situado en lo que hoy es la Tenencia de Alcaldía.

Pero este local de Enseñanza Media no fue el primero. Este tipo de estudios se movió debido al objetivo que había por hacer cultura en El Puerto y unas personas altruistas (porque incluso llegaron a dar clases cobrando lo justo para cubrir los gastos de la academia) lo consiguieron.

El primer centro estuvo ubicado en lo que años más tarde fue Escuela de Aprendices, en la alameda, pero había que entrar por dentro de la Fábrica, porque era arriba, en el piso y la escalera estaba por detrás. De ahí pasó a la esquina donde después estuvo la relojería de Almiñana, detrás del actual Banco Bilbao-Vizcaya. Este local fue comprado por Altos Hornos al propietario del edificio, un señor de Segorbe y, cosa curiosa, cambiándolo por amoniaco para abono. Y de ahí los estudiantes de Enseñanza Media pasaron al Centro que hoy es Tenencia de Alcaldía, donde como dije al principio, hice mi bachiller. El ingreso lo preparaba con doña María Aguirurreta y a lo largo de los años tuve eficientes maestros, como don Avelino Biosca, don Jesús Ocerin, doña Celia Murciano, don Manuel Vega, don Emilio Villén, don Emilio Manzana, don Domingo Briz, don Hermógenes Gorrochátegui –que era el director-, don Ángel Ruiz, doña Pepita Armengol, don Romualdo Cerezo, don Eugenio del Rincón, etc, sin olvidar al conserje, señor Blasco, al que en el recreo pedíamos que nos dejase el balón de cuero para jugar al fútbol.

Y volviendo a los estudios, entonces había que examinarse en Requena y parece que íbamos al fin del mundo, porque el viaje costaba cerca de cuatro horas. Salíamos a las 6 de la mañana en autobús, frente al Banco de Bilbao, y hacíamos una parada en Chiva para almorzar. Ya en el instituto nos examinábamos de todas las asignaturas en el mismo día (y había más de diez). Eran otros tiempos, que es bonito recordar.


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