El Máster

Viernes, 20 Abril 2018 16:08

El gobierno de la Comunidad de Madrid se tambalea por la historia del hipotético máster ficticio de su presidenta Cristina Cifuentes. Todos los periodistas han hincado sus afilados cuchillos y han hurgado en las entrañas de esta historia de falsa titulación, que ni es la primera ni será la última entre nuestros políticos más emblemáticos.

Sin embargo, entiendo que no es lo mismo que una persona que va a buscar trabajo hinche un poco su currículum (siempre que no se falseen licenciaturas o doctorados necesarios para el ejercicio de la profesión), a que lo haga alguien con un cargo semejante. Tampoco me parece lo más adecuado que, tras verificarse que varias de las firmas de los profesores del máster eran falsas, la presidenta siga agarrándose a su idea de que ella no cometió ninguna irregularidad y que el máster lo hizo con total garantía y transparencia, como cualquier otro estudiante, por lo que me parece lógica la respuesta de todos esos estudiantes que han tenido que hincar codos y gastarse un dinero, que quizá no tenían, para hacerse con el trofeo que les sirva de apoyo en su bagaje laboral.

Mariano Rajoy, que como siempre tarda en pronunciarse y cuando lo hace no lo hace de la mejor manera, descartó pedir la dimisión de Cifuentes (veremos lo que pasa en un futuro inmediato), por entender que las cosas se han hecho bien, que se han cumplido los acuerdos con Ciudadanos (parece que éste no) y que un máster arriba o abajo no tiene ninguna trascendencia. Quizá no la tenga, en efecto, y la importancia sea sólo el engaño —uno más— del partido que ha hecho del fraude y la corrupción su mejor seña de identidad. Pero Rajoy, como siempre, sigue protegiendo a los suyos, aunque sean corruptos o falsean los hechos; y lo hace minimizando las consecuencias de una acción como la de Cristina Cifuentes, tirando balones fuera, con su silencio o atacando a la oposición con el tan manido «y tú más».

Está claro que a él sólo le interesa el poder. El suyo y el de los de su partido, y este apoyo de ahora a Cifuentes acredita su actuación en la trama de los másteres y de los presuntos delitos que la fiscalía está investigando.

Ésa, precisamente, no es la responsabilidad que puede tener un presidente del Gobierno. Si los políticos, en general, deben ser escrupulosamente honestos, veraces y honrados, un presidente de una comunidad, y mucho más un presidente de gobierno, deben ser exquisitamente rectos, decentes y púdicos. La indecencia y la inmoralidad no deberían darse en ningún caso. Sin embargo es a lo que nos tienen acostumbrados.

Está claro —como decía el profesor Sampedro— que los intereses superan a los valores, y eso es lo que fomenta el fraude y la corrupción.


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