Cuando hablamos de derechos civiles enseguida nos viene a la memoria la imagen y el nombre de su apóstol más representativo: Martin Luther King, asesinado en Memphis el 4 de abril de 1968 (en breve se cumplirán 50 años), cuando el conflicto bélico que se estaba librando para impedir la reunificación de Vietnam bajo un gobierno comunista, vibraba en su punto más álgido, y en todas las partes del planeta se protestaba para que EEUU dejara de asediar a toda aquella pobre gente que se defendía con palos y piedras de las armas más sofisticadas que entonces existían.
Martin fue un pastor estadounidense de la Iglesia bautista, que desarrolló una labor decisiva en Estados Unidos al frente del movimiento por los derechos civiles de los afroestadounidenses, participando también en otras protestas como la Guerra de Vietnam y la pobreza en general, protestas que unieron junto a él a numerosos nombres de la cultura y la música norteamericana, entre los que podríamos destacar a Joan Baez y a Bob Dylan, pero también a otros intelectuales americanos y europeos, que desde la distancia apoyaban sus reivindicaciones.
Por esa actividad encaminada a terminar con la segregación estadounidense y la discriminación racial a través de medios no violentos, fue galardonado en 1964 con el Premio Nobel de la Paz.
Martin Luther King fue activista a favor de los derechos civiles desde muy joven, organizando y llevando a cabo diversas actividades pacíficas, en las que se reclamaba el derecho al voto, la no discriminación y otros derechos civiles básicos para la gente de raza negra de los Estados Unidos.
Entre sus acciones más destacadas están el boicot de autobuses en Montgomery, en 1955; su apoyo a la fundación de la Southern Christian Leadership Conference (SCLC), en 1957, de la que fue su primer presidente; y el liderazgo de la Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad, en agosto de 1963, al final de la cual pronunciaría su famoso discurso «I have a dream» (yo tengo un sueño), gracias al cual se extendería por todo el país la conciencia pública sobre el movimiento de los derechos civiles y se consolidaría como uno de los más grandes oradores de la historia de los EE UU.
Una gran parte de los derechos reclamados por el movimiento fueron aprobados legalmente con la promulgación de la «Ley de derechos civiles de 1964» y con la «Ley del derecho a voto de 1965».
El asesinato de Martin Luther King se considera uno de los magnicidios del siglo XX, y King es recordado como uno de los mayores líderes y héroes de la historia de la «no violencia».
A título póstumo le fue concedida la Medalla Presidencial de la Libertad por Jimmy Carter en 1977 y la Medalla de oro del Congreso de los Estados Unidos en 2004.
Si los derechos civiles y políticos son aquellos derechos de los ciudadanos que protegen las libertades individuales de su quebrantamiento ilegal por parte del poder político o de cualquier otro agente político público o privado, garantizar la capacidad del ciudadano, para participar en la vida civil y política del Estado en condiciones de igualdad y sin discriminación, es algo que deben contemplar dichos derechos.
Los derechos civiles se distinguen de los derechos naturales en que, mientras los civiles son concedidos dentro de un Estado, los naturales son derechos internacionales, que se tienen sólo por el hecho de haber nacido, aunque siempre hay alguien que quiere ver en estos derechos, no algo propio de la condición humana, sino algo derivado de la «generosidad» del Estado, y algo que, en cualquier momento, se puede suprimir si no se dan las condiciones necesarias para que el Estado pueda aplicar las leyes que le convengan según su ideología; y Estados totalitarios hemos visto muchos a lo largo de los últimos siglos y, desgraciadamente, seguimos viéndolos en el presente siglo XXI.
