Las numerosas manifestaciones que en los últimos días han congregado a multitud de pensionistas ante las puertas del Congreso de los Diputados de Madrid, y en el centro de las mayores ciudades del país, nos hacen reflexionar sobre el asunto de la mísera subida que han experimentado las pensiones en España, así como de los comentarios de algunos diputados y ministros que, pretendiendo justificar lo injustificable, han salido al paso esgrimiendo términos que sonrojan a cualquiera que tenga un mínimo de sentido común.

En primer lugar, creo que está claro que a los pensionistas no se les está regalando nada. Las pensiones que se cobran son el importe derivado de la masa económica que durante toda la vida laboral de una persona se ha ido generando. Es decir, el Estado ha ido cobrando mes a mes, durante treinta o cuarenta años (en la mayor parte de los casos) una cantidad a los trabajadores, para que una vez jubilados éstos, el Estado revierta al trabajador, en forma de pensiones, la paga correspondiente en función de la cantidad cotizada, cobrando más aquellos que más han cotizado a la Seguridad Social, evidentemente. Si el Estado no ha sabido gestionar adecuadamente ese capital, y lo ha empleado para cubrir partidas que no debía, ningún trabajador tiene la culpa del despilfarro, o de la mala gestión económica llevada a cabo por los responsables de la Administración Pública. Así que no se deben quejar ahora, indicando que «no hay dinero suficiente para las pensiones», porque los trabajadores no son culpables de esa mala gestión, como tampoco lo son si la empresa a la que se deben no funciona adecuadamente y el beneficio no es el esperado. A los trabajadores se les debe exigir diligencia en su trabajo y responsabilidad en las tareas encomendadas, pero nada más. De la misma forma, si los gobiernos de turno no han gestionado adecuadamente las retenciones llevadas a cabo durante toda una vida laboral, sólo los gobiernos deben responder y no los trabajadores ni los pensionistas.

Tampoco es lógico que se siga reteniendo una cantidad de la nómina de las pensiones, cuando se supone que la suma de las retenciones llevadas a cabo durante toda una vida laboral, es lo que ha generado el coste total que se pague al pensionista hasta su fallecimiento; y menos lógico es que se diga que cada vez hay más pensionistas y menos gente que trabaje, porque los que trabajan no están pagando las pensiones de nadie.

No voy a entrar en el tema de la corrupción, ni en el del rescate a la Banca, pilares importantes que han hecho que la hucha de las pensiones haya disminuido considerablemente; pero ya va siendo hora de que los problemas económicos que el país atraviesa no tengan que soportarlos los mismos de siempre, que pagan religiosamente sus impuestos, contribuyen al fondo estatal para poder cobrar en su día la pensión que les corresponda, y no se dedican a llevarse a paraísos fiscales cantidad alguna, para evitar el tener que tributar aquí lo que la ley les exige.