Ciudadanos

Viernes, 23 Febrero 2018 16:43

La mayor parte de las encuestas recientes indican que, si en la actualidad hubiese elecciones, Ciudadanos sería la fuerza más votada. La estimación de voto, según los últimos sondeos de Metroscopia, colocan a la cabeza a la formación naranja, con una estimación de voto de un 28,3 %, seguida del PP con un 21,9%. Muy cerca queda el PSOE, que tiene un 20,1 %, y Unidos Podemos queda relegada a la cuarta posición, con un porcentaje estimado de un 16,8 %.

Seguramente, la corrupción ha hecho que muchos de los votantes del PP (quizá esos que antes votaban al PSOE, y le castigaron cambiando el voto) sancionen ahora a Rajoy y a sus acólitos, desplazando su voto a Ciudadanos, a la que muchos llaman «la marca blanca» de los populares (blanca, quizá, porque aún no está salpicada de corrupción, algo evidente porque aún no han gobernado).

«Ciudadanos» ha aprovechado la crisis catalana y sus buenos resultados en las últimas elecciones (junto con los pésimos arrastrados por el PP tras la implantación del 155), para auparse con la intención de voto de todos esos que creen que Inés Arrimadas y Albert Rivera han sido los únicos que han plantado cara con decisión al desafío independentista, y ven a Ciudadanos como el mejor proyecto de futuro para una España próxima.

Sin embargo, ¿qué vamos a cambiar? Sólo el color azul por el naranja, y, a lo sumo, el disfrutar de un periodo en el que lo putrefacto sea una lacra que se castigue (algo que no es poco, aunque siempre se va a castigar a determinadas personas y no al proyecto político que esas personas representan, que sería la consecuencia lógica); pero la ideología liberal de los populares no es más rancia que la de Ciudadanos. Estos jóvenes estadistas son jóvenes en edad, pero no en ideas.

Posiblemente, la Economía sea una ciencia que va unida de la mano del capitalismo (algo que muchos lamentamos), y los neoliberales pueden explotar esta baza en su favor, haciendo ver que si la Economía funciona, nos beneficia a todos. Pero esto no es cierto, porque los beneficiados son siempre los mismos: los que manejan los medios de producción, el capital, los grandes terratenientes y los que ostentan el poder; pero al ciudadano medio ¿en qué le va a beneficiar, cuando la clase media, prácticamente, ha desaparecido? ¿A qué «ciudadanos» representa la formación que, precisamente, se llama así y explota su nombre?

Sospecho que los trabajadores, los asalariados, los funcionarios, los pequeños empresarios y los pensionistas van a tener que seguir cargando sobre sus espaldas (como modernos Atlas) el peso de una Tierra que nunca le ha sido benévola ni propicia, sino, más bien, hostil; y ya va siendo hora de que los más humildes recuperen su dignidad con unos salarios justos, que les permitan vivir decentemente, algo que si, después de las próximas elecciones generales se cumplen los resultados de las encuestas, nos vamos a encontrar que durante los próximos cuatro años (como mínimo) vamos a tener más de lo mismo.

Sin embargo, aún nos queda un tiempo para reflexionar, y hemos de pensar que más de una vez el resultado de las elecciones no ha sido el mismo que arrojaban las encuestas sobre la intención de voto. No perdamos el optimismo y votemos con sensatez.


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