Gürtel

Viernes, 26 Enero 2018 16:08

Un titular de un rotativo nacional, resaltaba la semana pasada una frase de Pedro Sánchez, en relación a la trama Gürtel, en la que el Secretario General del PSOE decía: «Es evidente que Gürtel era el PP y el PP era la Gürtel. Tienen que irse a la oposición».

Esta frase parece cierta —creo que sólo los más allegados al PP pueden discutir su contenido—, pero todos los dirigentes populares, en mayor o menor medida, echan balones fuera cuando se destapan casos flagrantes de corrupción en sus filas y se les llena la boca diciendo que «la Justicia llega a todas partes» y que «el que la hace la paga», como si no fuera con ellos. Pues bien, a pesar de eso, creo que aquí en Valencia (como en Madrid y otras partes), muchos de los mandatarios populares —y no digo una mayoría para aplicar la «presunción de inocencia»— estaban sincronizados para, en connivencia con determinadas empresas, tejer un complot o una red, en la que el gobierno de turno beneficiase a esas empresas, para que las empresas financiaran sus campañas electorales o, bajo mano, «untaran» con suculentos regalos —y no sólo regalos— a los dirigentes populares por su buena gestión amigable, es decir, por acordarse de «sus amigos del alma».

Todo estaba orquestado para que nadie se diera cuesta de ello y todo pareciese transparente, diáfano y legal; pero claro, las mentiras, como los engaños y los chanchullos, tienen las patas muy cortas, y antes o después alguien se da cuenta de ello, estira del hijo y todo se destapa.

Después, pasa como siempre: «Las ratas son las primeras en abandonar el barco», y cuando algo se descubre, los que deberían apoyar a los que han metido la mano, huyen despavoridos y dejan a la trama delictiva «con el culo al aire», los expulsan del partido, o les hacen dimitir, y aquí no pasa nada. Todos se lavan las manos y, encima, alardean de que esas personas ya no pertenecen al partido, de que «manzanas podridas» hay en todas partes y de que los demás también delinquen, y mucho más. Pero, como digo, los partidarios de la formación azul no ven que exista corrupción generalizada en sus filas y creen que son sólo cuatro desalmados que ya no están entre ellos. (Recordemos al hilo de esto que 9 de los 10 concejales del PP en el Ayuntamiento de Valencia estaban imputados; que Rita Barberá no fue llamada a declarar por ser senadora; que hasta 11 diputados autonómicos del PP han estado imputados en alguna causa, de los que cinco se mantienen aún en su escaño; y que alrededor de 130 populares valencianos, con responsabilidad en el partido o en diversas administraciones, se han visto envueltos en diversas causas judiciales). Por lo tanto, no son sólo cuatro.

Cada día se destapan nuevos casos de corrupción, aun así el peso del PP sigue siendo muy importante. Las grandes empresas, la banca, las multinacionales, la aristocracia, todos esos que han dominado siempre la economía, la política y las finanzas de nuestro país, han tenido y siguen teniendo un gran peso, un peso que les hace, incluso, poder manipular a su antojo las voluntades, las opiniones y los votos de obreros, asalariados, pensionistas y parados, que, aunque sean mayoría, siguen votando de una manera ciega a todos esos que les «roban cada día el pan de sus hijos», dejándose engañar por cantos de sirenas o por palabras huecas y falaces. ¿Qué otra cosa ocurre si no? ¿Por qué sigue el PP recibiendo los votos que recibe en las encuestas y en las urnas? ¿Qué país y qué gobernantes tenemos? Al final creo que hay que darle la razón a todos esos que piensan que tenemos lo que nos merecemos.


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