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Alejandro Mayordomo Buendía

¡Ni al Tato!

Lunes, 18 Diciembre 2017 16:39

En esta mi primera nueva colaboración, “ascendido” a columnista en la actualización a las nuevas realidades y necesidades del periodismo y canales de la información que ha emprendido EL ECONÓMICO 3.0, me propongo dar tres pinceladas (un mes después de celebradas) que hacen referencia a las elecciones a Consejos Escolares llevadas a cabo el pasado 23 de noviembre. Más concretamente a los resultados  Y antes que nada, felicitar a la dirección del este Medio por su apuesta y decisión de “estar al día”.

¿A quién le puede interesar, a estas alturas, los resultados de unas elecciones a Consejos Escolares? La respuesta es fácil, a primera vista y visto lo visto: ¡ni al Tato! Pero mira por donde que yo creo que algo de interesante tiene el tema. Es ilustrativo de una realidad que ha llegado para quedarse, y de otra utopía devenida en “la nada”. Usados como pantomima; como instrumentalización; como uso de “legitimación”. Como _en general, y en su deriva_ refugio de advenedizos, de complacientes, de los que siempre les hemos denominado “calienta sillas”. Siempre hay, claro,  honrosas excepciones ejerciendo su función, faltaría más;  pero se me antoja que son los menos. Quijotes. Ganan los de “la cabotà”.

Hubo un tiempo _Franco aún vivo_ en el que la utopía _y la necesidad_ nos hacía demandar PARTICIPACIÓN, ELECCIÓN, TRANSPARENCIA, DEMOCRACIA, CONTROL SOCIAL… Y puestos a pedir, República y Revolución. Palabras grandes, con mayúsculas. Como estudiante _incipiente ser “conflictiu” en lo político y social_ me unía a los que pedían, por ejemplo, claustros paritarios, delegados de alumnos, informaciones varias, participación en el presupuesto, control. Participar y poder elegir a los representantes. Ingenuidades propias de aquel tiempo. Pero llenas de esperanza.

Después, la política del cambio(sic) se pegó el farol electoral oportunista de incluir algunas de estas menudencias inocuas _cosillas que se podían conceder en aras de_ en la legislación/normativa. Se reguló esa participación en los asuntos públicos en la Educación/Enseñanza, y vieron la luz los Consejos Escolares y sus controladas funciones y competencias. Echaron a andar y, al poco, topamos con la dura realidad. Aquello no era lo que nos había vendido la socialdemocracia. Prácticamente, se decidía si el director/a estaba de acuerdo. Si no lo estaba, aunque el acuerdo fuera mayoritario, quedaba olvidado. Los usaban como mero trámite, y fastidioso trámite. Se recibía la información que querían. El control se toreaba. Y al que insistía en aplicar la normativa vigente: ostracismo. Ni olvido ni perdón. ¡Dimisión, o al paredón!

Luego, todo se fue diluyendo, convertidos, ya digo, en meros fastidios; y ninguneados. Se les quitaron (con el PP, en la Comunidad Valenciana) competencias, funciones, contenidos “peligrosos”. Pluma a pluma se quedaron como pavo en Navidad. La LOMCE fue la tumba. Desarmado el ejército, seleccionados a dedo los nuevos oficiales y, renovada a mitades la tropa, llegamos, cada dos años, a un nuevo “empentón” liquidador. Candidatos sin programa que ofrecer ni que les comprometa _miembros de órgano colegiado público que nunca darán cuentas_. Medio folio en papel a repartir(o como entrada en el faceboot), con las caras de los aspirantes (por supuesto, exclusivo para el sector de padres, porque del profesorado ”no hace ni falta”) es a lo que se llega en los centros. Se coloca en el tablón de anuncios interior _al que nadie pasa_  los tres papelitos obligados, y ya está. La Administración edita un cartel, hace un comunicado que dirige a los Directores, y una entrada en la página de la Conselleria. Punto. Cumplido expediente. Total…

Me he molestado en mirar, por ejemplo, las páginas web de todos los centros educativos públicos locales. Los  “faces” y demás chismorreos digitales (la RED lo es todo, o no será) que son visibles al público; también de las Ampas. Todo ello en los 12 CEIP; en  los tres o cuatro medios digitales de la comarca; en dos Medios regionales en papel. Demoledor el resultado: como centros, nada. A lo sumo, en las Ampas, los nombres de los cuatro elegidos, y la enhorabuena. Debí entonces ¡con tanto internet! visitar, centro a centro, para conocer Actas, al menos. No hay noticia de los resultados en los medios de información. El CEM no recoge o centraliza datos, e informa, interesados como pareciera de lo acontecido en la institución a los que acuden sus ciudadanos. Trastornado de mí, pretendo conocer número de electores en cada centro con derecho a voto en cada censo de los distintos sectores. Datos de participación. Porcentajes. Sexo de los elegidos. Si pertenecen, o no, a las Ampas legalizadas. A qué federaciones. Públicos/Concertados Y así. Intereses poco rentables, pero son los míos. Y es que me gusta saber qué fue de aquello que en su día quiso nacer como utopía, y ahora se me antoja, páramo seco y sin regadío, ni lluvia a la vista que los reanime. No interesa el tema. No vende ni consume  páginas. A menos información, menos control, pareciera ser la intencionalidad administrativa y política. Pero más “controlados”, que para eso, sí. Imposible hacer un análisis y sacar conclusiones. No hay propuesta de mejora como valoración y conclusión; ni motivos fundamentados de celebración en caso de éxito y avance. Nada. Otra vez “la nada”.

Si te vas a la página oficial de la Consellería, te ofrecen un avance de resultados. Pero sólo tres columnas: Votos/Candidatos/Representantes. Vale. ¿Pero sobre qué censo? ¡Ah, se siente! ¿Porcentaje  de participación? ¡Ui, ¿eso qué es, y para qué querrá saberlo?!  Te queda ir a las páginas web de las Federaciones de Ampas. Lo mismo. Pero todas han ganado. Pírrica victoria. Porcentaje de participación, nada. El dato más clave, ausente.

En los comentarios de una entrada en el “face” de una de ellas (la más grande, progre y guay de Valencia) se puede leer en un  comentario, que copio y pego tal cual: “Habrá que hacer algun analisis del porqué determinadas AMPAS ( entre ellas la de mi colegio) han perdido el apoyo de las familias. Aunque casi se agradece ya que parece ser que ello les ha hecho depsertar y empezar a dar más información”...Una persona le responde: “No es el único caso. Falta mucha cultura democrática en las AMPA y entre las directivas de muchos colegios, falta saber y ejercer derechos y deberes, creerse la responsabilidad social de la escuela y la importancia de construir comunidad libre, educada y respetuosa”. No sabe la segunda, con toda probabilidad, a qué colegio se refiere la primera; ni los datos del proceso electoral en dicho centro,   para saber si eso es así, o responde a la realidad, o es una verdad a medias, o vete tú a saber lo que allí pasó. En lo que estoy de acuerdo es que falta mucha cultura democrática en los Centros ¡vaya que sí!. A las direcciones no les interesa; sólo “facilitar y favorecer a los suyos”, a los que “animan”, para asegurarse el posterior confort, sin sobresaltos. Las juntas directivas, pues lo mismo. Y, para colmo, candidatos/as en el arte de la maniobra, en el guiso y  cocina electoral que,  presentados como “no pertenecientes” se me antojan amigos del “peloteo”, y de “lo mío y mis retoños”, con acceso directo y, a ser posible,  llave de la puerta principal.

Pues eso. Que los mataron y ellos solos se fueron muriendo. Ahora, los elegidos, a “decidir”. Pero desconocemos sus programas o intenciones, no sabremos si apoyaran o se posicionarán a favor o en contra(o en el medio) del “rePlurilingüísmo”, de la jornada entera o liquidada, del forralibros, del PAM(o del ¡pum!), de que el profesorado ponga inyecciones, o del servicio de la empresa y negocio del comedor. Por no seguir. Todo eso no estaba en los imaginarios “Programas”, ni en la capada (has leído bien) electoral . ¿Cómo quieren que el personal, escarmentado, vaya a participar y votar, y para qué?   


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Modificado por última vez en Martes, 19 Diciembre 2017 12:07

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