Pocas luces (?)

Viernes, 01 Diciembre 2017 16:41

Si a uno se le ocurre coger el coche y darse una vuelta al atardecer por su pueblo, su comarca o su provincia se dará cuenta que el país se ha vuelto loco. Parece que estemos esperando a que oscurezca para demostrarle a Mamá Naturaleza que le podemos, que aunque nos oculte el sol no nos puede quitar la luz.
 
El efecto. Tenemos preparados auténticos bosques de farolas capaces de hacer que parezca que sea de día, no solo en la ciudad, polígonos y carreteras, sino también en auténticos eriales desiertos de viviendas, industrias o de vida. Visto el país desde el aire debe semejar una auténtica luciérnaga gigante capaz de competir en luminosidad con el mismísimo firmamento.
 
Es increíble que los mismos políticos, locales, provinciales y nacionales, aquellos que frecuentemente oímos pronunciarse en contra del cambio climático así como a favor de la sostenibilidad y de la gestión ecológica y racional de los recursos naturales, de los hidrocarburos, del agua… los mismos políticos, sean los que todas las tardes-noches, aprieten el botón para encender luces innecesarias, o perfectamente evitables, que sean ellos los que en aras de ajenos intereses comerciales cometan el increíble derroche luminario navideño con un mes de antelación y lo prolonguen hasta después de reyes. Esta innecesaria e increíble barbaridad es doblemente criticable por lo que tiene de conculcación de los más elementales intereses ecológicos, así como la malversación de caudales públicos por una acción que han de pagar todos los ciudadanos (la factura de la luz) para incitar al personal para que gasten más y más, y, a ser posible, de la manera más innecesaria y estúpida.
 
Así, a la vez que en la zona de un parque desértico lucen tres o cuatro veces más de lo mínimamente necesario potentes lámparas, una familia completa puede estar pasando frío en su casa o no pueden cocinar por no poder pagar la factura eléctrica. Para más inri en algún mal momento le llegará a dicha familia el impuesto correspondiente que incluya el gasto en luz del dicho parque, dado que ellos pertenecen al grupo de los que al final pagamos todo: los pocarropas, los últimos de la cadena, los familiarmente llamados ”paganos”..
 
De este modo, tan inconsecuente con sus discursos y pomposas declaraciones, nuestros políticos, da igual del bando y color que sean, independientemente de los desequilibrios ecológicos y del desprecio al urgente problema de la sostenibilidad y el cambio climático, despilfarran habitualmente recursos que bien empleados en otros menesteres podrían corregir, aunque fuese levemente, algunas de las graves, dramáticas y urgentes necesidades que padecen una parte muy numerosa y desvalida de nuestra sociedad, ciudadanos y familias completas que de hecho pertenecen al mundo de los olvidados.

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