La Manada

Viernes, 24 Noviembre 2017 16:45

Las cosas andan revueltas. Siempre lo han estado, pero últimamente aumenta la percepción de vivir en un país cada vez menos consolidado como democrático y moderno.

La cosa se deteriora, muchos catalanes quieren romper sus vínculos con el resto de españoles y los de la Manada en vez de intentar resolver la cuestión machacan a quienes se les pongan por delante, teniendo entretenida a la opinión pública y a los medios y así hacer pasar lo más desapercibido posible el hecho de que les están juzgando por su financiación ilegal y por los múltiples robos, chanchullos y falsedades de sus más altos cargos.

A la vez (y no tengo la menor duda de que en esto hay una relación de causa efecto) nos enteramos que en una red de WhatsApp de la policía local del Ayuntamiento de Madrid, a cara descubierta, otros miembros de la Manada, un grupo de agentes, afortunadamente muy minoritarios, se dedican a insultar gravemente a la alcaldesa, a políticos y a “rojos”, hablan y algunos sueñan con matar a la alcaldesa, a los políticos de izquierda y a los extranjeros pobres. Estas hienas, con cargo a nuestros impuestos, llevan pistola y porras para imponer su orden. Resulta muy inquietante comprobar que el mayor peligro que podemos arrostrar en este pacífico país sea caer en manos de estos individuos. Recuérdese que el gobierno, con leyes recientes, los han blindado de tal manera que, si dices o haces algo que a ellos no les guste, te la cargas con todo el equipo en lo físico y, además, te llevas una multa de varios miles de euros. Para más inri los sindicatos policiales, excepto CCOO, argumentan que lo publicado sobre esta cuestión está fuera de contexto, que la cosa no es tan importante.

Pero… ¿para hablar de la inseguridad ciudadana frente a esta clase de trabajadores de la porra hay que vivir en Madrid? ¿Qué pasa por estos lares? Ya he dicho que son excepciones, pero están logrando que no siempre que se nos acercan o nos encontramos con un uniformado podamos sentirnos seguros.

Cada vez más se nos acrecienta más la sensación de que, después de casi cuarenta años, el general sigue vivo, sus fieles saben de su impunidad y su fuerza, la Manada avanza en todas direcciones disfrutando de una red de apoyos institucionales, legales y económicos que dificultan y a veces impiden, la asunción de las responsabilidades políticas y penales derivadas de sus actos, no solo despreciables sino también delictivos.

La sociedad civil, toda, debería estar muy atentas a estas muestras insolentes de incivismo fascista y no dejar ninguna acción de este tipo sin su ejemplar castigo. No deberían quedar dudas de que este es un país democrático.


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