Miedo

Viernes, 23 Junio 2017 13:24

El pasado lunes fue tomado el edificio del Ayuntamiento por un grupo de mujeres con pancartas. Protestaban por el extraordinario número de mujeres asesinadas en lo que va de año y los recortes de Rajoy a la prevención en este tema. Al ritmo que va la cosa es posible que cuando esta columna se publique la cifra esté cerca de sesenta mujeres más ocho criaturas. Al parecer aún no ha llegado el momento de parar esta vergüenza.

Es evidente que nuestra sociedad es muy machista. Nos vanagloriamos de que en este país la violencia callejera está prácticamente eliminada, que este es un país seguro y pacífico donde la gente puede pasear sola, con nocturnidad, portando incluso algunos objetos de valor con relativa tranquilidad, algo que en infinidad de países no suele ocurrir. La violencia apenas existe… salvo en las parejas. Curioso: en este país tan civilizado y moderno apenas se mata por odio, al parecer solo se mata por “amor”.

No sé si todo el mundo se percata del profundo cambio que estamos viviendo. El indudable avance de la emancipación femenina está poniendo muy nerviosos a los que fuimos criados y educados en el machismo, a los que esperan ejercer siempre los privilegios y la supremacía que parecía aparejada al estatus masculino. Hay que ser inteligentes y sanos de mente (me dirijo tanto a hombres como a mujeres) para percatarse de que los tiempos están cambiando, que las cosas ya nunca van a ser como fueron, que los derechos de la mujer (afortunadamente) se están consolidando y que esto, a nivel personal, es ya algo imparable salvo que nos mudemos al Golfo Pérsico.

Los cambios en las relaciones humanas son difíciles y lentos, cierto, pero en este tema hemos de pensar que nos jugamos mucho (continúo dirigiéndome a hombres y mujeres) que nos jugamos lo más importante para nuestro equilibrio emocional: nuestra relación de pareja. Estamos inmersos en un rotundo cambio de modelo en dichas relaciones y habríamos de saber que eso es algo imparable y que, además, es algo que nos beneficia a todos, por tanto hay que apuntarse al cambio, entre otras cosas porque ellas en muchísimos casos ya lo han hecho y eso, al final, será lo que hagan todas.

Los hombres en este tema andamos desorientados. Perplejos tendemos a percibir que los cambios son a costa de nuestros derechos. Y no es cierto: son a cambio de nuestros privilegios.

No es saludable, ni inteligente, ni decente defender privilegios. Mucho más sano es renunciar voluntariamente a ellos aunque sea a costa de tener que cambiar costumbres y hábitos con siglos de tradición.

Decía el sabio Eduardo Galeano que desgraciadamente lo que más temen las mujeres es morir a manos del miedo de los hombres.


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