Algo más que ser valiente

Viernes, 16 Junio 2017 19:45

Hoy quiero escribirte a ti, Ignacio Echeverría, aunque no te conocía ni había oído hablar de tí hasta el trágico suceso en el que perdiste la vida por salvar la de otra persona, Sé que son muchas las cartas que desde allá arriba estás recibiendo.
 
No todas las que aquí se publican, pues, entre otras, estos días anda circulando una que supuestamente te escribió Arturo Reverte, y que él mismo ha desmentido con estas palabras: “No es mía, es apócrifa, como otras a las que le ponen mi nombre para darles difusión. Los lectores habituales detectan el fraude”. O sea que hasta en estos momentos luctuosos hay quien se vale del engaño y el anonimato para crear confusión. ¡Qué triste!.
 
Pues mira, Ignacio, esta sí que es mía y la escribo para dejar claro que en tí había algo más que valentía. A tu ejemplo y solidaridad hay que añadir una gran fe en Jesucristo, cosa que pocos medios han comentado, quizá porque resaltar la condición de católico sólo queda para añadir más leña y desprestigio en los casos de actos censurables, en el tuyo es algo que “no vende”, por eso yo quiero destacarla y aclarar que pertenecías en Las Rozas a un grupo de Acción Católica de adultos de la parroquia de San Miguel y que, según el párroco, Daniel Sevillano, en este grupo se enseña a ser “fermento en la masa” y “se ofrece testimonio cristiano” en el ámbito en que se esté.
 
Y ¡vaya si tú lo has ofrecido! No se puede ofrecer un acto de amor cristiano más grande que el dar la vida por los demás y tú no has dudado en darla.
 
El diario El País, uno de los pocos que recogen testimonios sobre tu fe y la de tu familia, se hace eco de algunos comentarios en los que se te califica de persona en la que todo era bondad. Hay quien afirma: “Era la persona más recta que he conocido, sensible, generoso, y casi siempre sonriente”. También un amigo tuyo dice “era un tío que quieres tener a tu lado”. Y hablando de tíos, sé que admirabas a tu tío abuelo Antonio Hornedo, jesuita misionero en Perú, que llegó a ser obispo.
 
Pues bien, Ignacio, estoy seguro de que ahora es él quien está orgulloso de tí, como lo estamos todos los españoles de bien. Orgullosos de tener un compatriota que no conocía la maldad, ni el cinismo, ni la hipocresía, ni la falsedad, que tenías un corazón que no te cabía en el pecho. Sólo así se puede amar al prójimo hasta el extremo como tú lo has hecho. ¡Gracias, Ignacio y descansa en paz!

Si le ha interesado esta información, puede unirse a nuestro canal de Telegram y recibirá todas las noticias que publicamos para el Camp de Morvedre. Síganos en https://t.me/eleco1986

 

 

SUCESOS

SALUD