Un mal extendido

Viernes, 25 Noviembre 2016 16:56

Suele ser un tipo la mar de simpático. Como vecino, el más amable y servicial de toda la escalera. Como padre, el más afectivo y preocupado por el bienestar de sus hijos. Con esta conducta tan ejemplar, incluso idílica, quién puede pensar que se trata de un maltratador. Parece imposible, ¿verdad? Pues no, en muchos casos, este comportamiento embaucador y calculado, construido ex profeso para dar esa imagen de excelencia, responde a la de un maltratador frío y despiadado, capaz de cualquier barbaridad. Hoy, 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es una fecha muy indicada para hacer una reflexión sobre esta lacra social que se cobra la vida de muchas mujeres. Después de soportar atemorizadas años de sufrimiento y crueldad, terminan sus días a manos de un asesino. ¿Existe peor tortura?
 
En la medida en que se pierde el miedo y se denuncian estas situaciones, nos damos cuenta de que los casos de maltrato están bastante más extendidos de lo que parece. Sucede como con el cáncer o el alzhéimer, que siempre conocemos a alguien próximo afectado por alguna de estas enfermedades. En este caso, las frías estadísticas suelen ser engañosas. El hecho de que cada año mueran, a manos de estos criminales, 50 o 60 mujeres, puede conducirnos a pensar que, efectivamente, se trata de hechos muy graves, pero puntuales y poco extendidos, aunque la realidad es bien diferente. Las mujeres que, año tras año, son asesinadas por sus maltratadores, representan la parte visible del problema, son, en definitiva, la punta del iceberg. Desgraciadamente, la violencia de genero está mucho más extendida de lo que parece y no afecta solamente a la mujer, también a los hijos.
 
La situación de dependencia económica, unida al miedo, son don elementos paralizantes que, como estamos hartos de ver, pueden llegar a ser letales para la mujer, incluso para los hijos. Avisar a la Policía es el primer paso para salir de este infierno. No queda otra. Sin embargo, en muchos casos el maltratador actúa con absoluta impunidad a pesar de que las denuncias se reiteran en el juzgado. Por otro lado, las órdenes de alejamiento sirven de bien poco. Aquí, hasta que no hospitalizan a una mujer porque la han apuñalado o le han propinado una brutal paliza, no se adoptan medidas, digamos, en serio. Es por este motivo, precisamente, por el que cada año pierden la vida tantas mujeres.
 
La violencia de género se ha cobrado más vidas que los atentados etarras, las cifras son elocuentes, pero el Estado ha puesto muchos más medios para combatir al terrorismo que para luchar contra el maltrato doméstico. Así nos luce el pelo.

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