El pleno de las Cortes Valencianas aprobó ayer jueves la Ley del Servicio Público de Radiodifusión y Televisión de Ámbito Autonómico, de Titularidad de la Generalitat. El texto salió adelante con el apoyo del PSPV-PSOE, Compromís, Podemos y Ciudadanos, mientras que el PP optó por la abstención. Esta disposición da vía libre a la puesta en marcha de la nueva Radio Televisión Valenciana. Es evidente, por tanto, que en cuestión de pocos meses reanudará sus emisiones, después de fundir a negro en 2013. No lo va a tener fácil, en medio de tanta oferta.
¿Necesita el pueblo valenciano una televisión pública? Sí, rotundamente sí, pero dimensionada. ¿Debe ser inminente la puesta en marcha de ese canal autonómico? A mi me parece que no. No podemos estar quejándonos por la infra financiación de la Comunitat Valenciana y, al mismo tiempo, destinar fondos económicos para costear este proyecto que, seguramente, será bastante caro. El informe de los expertos habla de 800 empleados y un presupuesto anual de 140 millones de euros. De acuerdo con estas cifras, en una legislatura de cuatro años se destinarían 560 millones de euros para mantener operativo el nuevo canal televisivo. ¿Cuantas infraestructuras se pueden acometer con 560 millones de euros? Muchas. A mi me parece que, con este lujo africano, que será un saco sin fondo, vamos a tirar el dinero como si fuera confeti.
Está claro que cada euro que se invierta en recuperar las emisiones del viejo Canal Nou, se lo vamos a quitar a la educación, a la sanidad, a los servicios sociales y a las infraestructuras. Esto es axiomático. Más allá de lo que digan las estadísticas, los ciudadanos, por ejemplo, saben cómo está la sanidad pública a día de hoy, después de veinte años ininterrumpidos con Gobiernos del Partido Popular. La gente sufre a diario las listas de espera de varios meses, no ya para intervenciones, sino para realizarse cualquier prueba clínica. Dicho en términos coloquiales: el personal tendrá que esperar meses para que le hagan una colonoscopia, una resonancia o una operación de cataratas, que es cirugía menor, pero, a cambio, van a flipar con la tele, así se les hará más corta la espera. Nuestros dirigentes autonómicos también disfrutarán de lo lindo con el nuevo juguete.
La decisión ya está tomada, por tanto, solo cabe esperar que este nuevo canal no vuelva a ser lo que fue: cobijo de cientos de enchufados improductivos, sometido, además, a la caprichosa voluntad política del gobernante de turno. Confío en que la nueva tele no termine transformándose en el NO-DO particular al servicio del inquilino del Palacio de la Generalitat.
