Una vez más, el Gobierno de España ha decidido revitalizar el puerto de Barcelona, en detrimento del de Valencia. La Ministra de Fomento ha firmado un convenio con la Autoridad Portuaria de Barcelona por importe de 77 millones de euros para financiar los accesos ferroviarios para trenes de mercancías. Sin embargo, las pretensiones de Madrid van más allá, pues según la señora Pastor, ministra del ramo en funciones, quieren convertir el puerto catalán en el mejor comunicado del Mediterráneo. Entretanto, el Sepides, que depende de la SEPI y es propietario del 50% de Parc Sagunt, dice que invertir más dinero en este polígono industrial, sería enterrarlo.
Está claro que el PP le va a pasar factura al Gobierno valenciano porque no es de su cuerda y, de paso, a joder a todos los ciudadanos por votar a quien no toca. Mensaje claro del Gobierno del PP, antes de las elecciones del 26-J, a los habitantes de esta Comunidad. Otro signo que se puede extraer de estas decisiones es que, como los catalanes dicen que se quieren desconectar de España, todo dinero es poco para que vean cuánto les conviene seguir enchufados a la nación española. Ya lo dice el refrán: «el que no llora, no mama».
En Valencia, desde los tiempos de Joan Lerma y después con el PP, los sucesivos gobiernos del Consell han sido socursalistas, se han plegado siempre a las disposiciones de Madrid. Así nos va a los valencianos. Ahora seguimos, poco más o menos, igual que antes, y en lugar de partirnos el cobre con quien haga falta, parecemos plañideras llorando por las esquinas, lamentándonos, un día sí y otro también, de que nuestra comunidad está infra financiada. Argumento que sirve, más que para exigir un mejor trato desde Madrid, para utilizarlo como excusa en aquellos proyectos que políticamente no conviene financiar. Porque ya verán ustedes como no es obstáculo la infra financiación para resucitar la televisión valenciana, que volverá a ser un saco sin fondo.
La Generalitat Valenciana tiene que hacerse de valer y si Madrid nos niega el pan y la sal, mirando a Cataluña encontraremos el camino a seguir. A los valencianos nos pasa como a los buenos clientes de las compañías telefónicas, que pagan y nunca peden nada, por eso los tienen olvidados. Sin embargo, cuando algún cliente, harto de que lo ignoren, pide la portabilidad, enseguida le llaman, le hacen una oferta tentadora y le regalan el oro y el moro. Eso es exactamente lo que hace Madrid con Cataluña. Pero los valencianos sólo pagamos. Igual hay que empezar a plantearse pedir la portabilidad. ¿No les parece?
