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Alfredo Castelló

De vergüenza

Viernes, 29 Enero 2016 14:48

El martes a primera hora estaba intentando poner un poco de racionalidad en  mi mesa del despacho de Les Corts que, como diría mi madre, no hay forma de sacarla a la luz. La proposición de Ley de Incompatibilidades, la comisión de investigación del accidente de Metrovalencia, restos del Presupuesto 2016, el punto del último Pleno con nuestra enmienda sobre el Corredor Mediterráneo, mezclado en un ordenado desorden con preguntas, interpelaciones y otras iniciativas parlamentarias.

Suena el móvil. Que la Jefa llame a las nueve y poco de la mañana no es muy habitual. Y todo se derrumba y se cae: “Alfredo, hay que poner en marcha el Comité de Derechos y Garantías otra vez, no sé cuándo va a acabar esto, pero  vamos a abrir expedientes y a suspender a todos los que vayan apareciendo, sin excepción. Hay hasta detenidos. Esto es increíble, de verdad...”. Le doy ánimos, le digo que esté concentrada en lo suyo y no se preocupe por este tema, que hoy queda todo resuelto. Llamo a Tania, le cuento el asunto, le pido que convoque el Comité para esa tarde y a por ellos.

Todo pasa en dos o tres minutos, pero todo ha vuelto a cambiar. Todo se ha vuelto a poner del revés. Otra vez “tot per l’aire”. Todos habéis visto nuestras playas y el mar en un temporal de Levante ¿no? Pues así es una mañana de estas. El lunes a mediodía estábamos reunidos estudiando cómo podíamos tener más incidencia en algunos asuntos, analizando nuestras fortalezas y oportunidades, pensando cómo podíamos jugar mejor nuestras cartas. Y ahora nos las han roto y tirado a la basura en un momento. Otra vez.

Todo son Informaciones sesgadas y, a veces, contradictorias. Lío, mucho lío de compañeros y compañeras de aquí para allá. Tras la rueda de prensa, todo se serena un poco, pero siguen llegando informaciones que, como una gota malaya, nos van minando, haciendo pequeños... y hundiendo.

Lo comunico  a los compañeros de Sagunto y a los diputados del grupo en Las Cortes. Todos piensan lo mismo. Qué hartazgo y qué vergüenza. Algunos me juran que tienen ganas de llorar, otros que sienten rabia e impotencia, otros que lo que peor les sabe es que piensen que todos los del PP somos iguales y, otros, que ya podemos hacer iniciativas y ganar debates que con estas historias no levantamos cabeza. A todos intento animarlos y explicarles que la buena gente del PP espera de nosotros que luchemos y que demos la cara. Ellos nos defienden a capa y espada ante un cortado, un bocata de jamón, un pincho de tortilla o una buena paella, frente a cuñados, vecinos, conocidos, clientes, amigos o compañeros de partida... y no les podemos fallar. Nosotros no. No podemos dejarlos tirados, no lo merecen. Siempre se han partido la cara por el PP y el PP debe dar la cara por ellos.

A mediodía comemos juntos cuatro o cinco diputados con las jefas. Y más de lo mismo. Sólo que de tanto dar ánimos hacia fuera nos hemos quedado un poco vacíos. No éramos, precisamente, la imagen de la alegría ni de la ilusión, en absoluto. Éramos la decepción, el hastío, la rabia y la impotencia en forma de compañeros que se juntan para afirmarse en lo que creen, en sus valores y principios y conjurándose contra el cáncer de la democracia, contra la corrupción. Muy asqueados de asuntos como el de Imelsa, teníamos en esa comida la misma sensación de fraude que cualquiera pero, si me permiten, más incluso, porque nos han intentado engañar a todos, pero a nosotros más que a nadie, a nosotros especialmente. Y es imperdonable. No tanto por nosotros que al final somos unos privilegiados que el partido y los ciudadanos han designado como diputados en Les Corts, sino por la gente de base, por nuestros afiliados, simpatizantes y votantes. Y, más allá, por todos los ciudadanos, sean del partido que sean, voten a quien voten.

Deseo que trabaje la justicia y lo haga con acierto y con rapidez. Deseo que castigue a los culpables con dureza pero, también, que quite el yugo de la duda sobre su honorabilidad a los inocentes. Aún así, con todo esto, sólo me queda una satisfacción: en España la Justicia actúa y no hay nadie invulnerable, nadie que se escape de su imperio. Eso también forma una parte importante de un Estado de Derecho.

Espero no tener que hacer nunca más un artículo en estos términos. No sabéis como pesa la amargura y la decepción y que es sentirse traicionado, estafado y embaucado por "compañeros". Nuestra obligación como personas del PP es pedir perdón una y mil veces a toda la sociedad, aunque sea por la actuación de ciertos personajes que han tenido un comportamiento indigno de ser de este partido, que insulta a sus afiliados y que escupe en la cara de la gente. Si, indudablemente, nos sentimos avergonzados y abochornados por ellos.

Por eso, pedimos el perdón que ellos no han pedido. Y a la buena gente del PP mucho ánimo, sé que os hace falta, muchos me lo han comentado. Os quiero, os queremos. No estáis solos, ni mucho menos. Un abrazo.


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