Normalidad

Viernes, 22 Enero 2016 13:53

Parece que al fin, poco a poco, nos acercamos a la normalidad. Atrás vamos dejando un período convulso y extraño en el que vivimos la ilusión de lograr cambios, con la expectativa de que algo podía llegar a ser diferente. Atrás queda ese breve tiempo en que vimos fugazmente un Rajoy que hacía ver que intentaba ser como los demás, hablar y dirigirse a la gente, intentar parecer ser uno de nosotros; atrás queda también el período en que nos hicieron ver que nuestro voto podía cambiar algo.

Poco a poco volvemos a la normalidad, a lo de siempre. El Sistema nos vuelve a demostrar que es intocable y que nosotros debemos volver, paso a paso, a la incomodidad de sentirnos cómodamente instalados en él: ni estamos ni nos sentimos bien, pero sabemos a qué atenernos; eso nos ayuda a dormir: Es lo de siempre. Es lo que hay. De agradecer es que se haya destapado el caso Acuamed porque nos ayuda a situarnos en la normalidad: las cosas han vuelto a su cauce, volvemos a ser esa España de la que no se sabe por qué sentimiento perverso los catalanes pretenden irse.

Acuamed nos sitúa en la realidad, en la más cruda pero también sana realidad, cumple todas las condiciones para ser considerado un ejemplo de gestión pública PP: pertenece al Estado, cargos principales designados a dedo, se habla de veinticinco millones, pero que  luego se sabrá (ya lo sabemos) que eso no era más que la punta del iceberg y tocará pasar varios años o quinquenios de investigaciones pasando de un juzgado a otro, con posibles pérdidas de archivos o discos duros por el camino, o sea, todo normal.

A mí particularmente me reconforta ver de nuevo a la Rita en televisión mostrándose de nuevo distendida y simpática, con signos de que ella también siente que está llegando la normalidad. Lo mismo se puede decir de la salida en los medios de Camps, realizando su particular análisis de la situación y desarrollando sus democráticas propuestas de regeneración del proceso electoral. Todo esto, saber que las aguas vuelven a su cauce y que no vamos a ver ningún cambio, con lo molestos que estos suelen resultar y librándonos de los inconvenientes y resistencias que suelen producir, resulta un alivio para un pueblo como el nuestro, acostumbrados como estamos a que aquí nunca pase nada. Se comprende que la gente no quiera cambios, que vote siempre a los mismos ya que los ricos no tienen tanta necesidad de robar y son ellos los que saben mandar, etc...

Soy consciente y me culpo de tener una enfermiza inclinación a complicarme la vida, a desear que las cosas cambien y a que se remuevan cosas que no me gustan. Eso es verdaderamente incómodo. Debéis perdonarme, no lo puedo evitar.


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Modificado por última vez en Viernes, 22 Enero 2016 19:11

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