Ya es complicado ver a un político rectificar, sea del color que sea, sin embargo, parece que nuestro alcalde, el señor Fernández, piensa revocar el acuerdo de la Junta Local de Gobierno, por el que se aprobaron los presupuestos de 2016, inmediatamente después de que el pleno municipal decidiera dejarlos sobre la mesa. El representante de IP dice que el alcalde está «reculando» por miedo a las posibles repercusiones legales que pueda tener. Hay bastante coincidencia en que este acuerdo de la Junta de Gobierno no pasaría el filtro de un contencioso administrativo y, por tanto, sería anulado. Más complejo será que la vía penal tenga recorrido, aunque hoy en día, la justicia, afortunadamente, parece más sensible ante determinadas cuestiones relacionadas con la corrupción y los abusos de poder.
Personalmente prefiero pensar que el alcalde anuncia este cambio porque una cosa es la legalidad, en este caso muy discutible, y otra bien diferente la ética, y ya sabemos que donde no hay ética solo queda el tarquín. Es compresible que, en un momento de cabreo, el que ostenta el poder se envalentone y tire el carro por las piedras, que es lo que le ocurrió al tripartito cuando la realidad aritmética del pleno se impuso el pasado 30 de diciembre, impidiendo que los presupuestos salieran adelante. Sin embargo, pasado el comprensible momento de acaloramiento, lo razonable, lo correcto entre la gente de bien, es que se reconozca el error y se rectifique.
Así lo hizo el señor alcalde en la reunión del Consejo Económico y Social, celebrado en la tarde del pasado día 11. Francesc Fernández pidió disculpas por el comportamiento tan poco adecuado que había mantenido con los miembros de este órgano. Reconoció que aprobar los presupuestos por la Junta de Gobierno no había sido lo más correcto y, lo más importante, anunció su propósito de enmienda al adelantar que se revocaría el acuerdo de Junta de Gobierno, para volver a llevar los presupuestos al pleno.
Me produce una gran satisfacción que el alcalde de mi ciudad vaya a rectificar, porque me causó una inmensa decepción que recurrieran a una norma que elimina de un plumazo todos los principios democráticos, para sacar adelante las cuentas municipales por la puerta de atrás, dándole un hachazo al pleno municipal que representa la soberanía popular, sobre todo, cuando los propios del Partido Popular nunca se atrevieron a tomar semejante atajo. Me Alegro de que el alcalde y el resto de miembros de su Gobierno, hayan reconocido el error, manifestado su voluntad de rectificar, porque, de mantenerse firmes en su posición, habrían quedado éticamente inhabilitados.
