Me angustia el “rompimiento” de España. Apenas puedo dormir, yo que tanto la amo, por los lamentos y congojas que viene produciendo el peligro de ruptura que defiende esa panda de desalmados que se encubren tras ese joven y tentador iluminado de la coleta.
Ese desalmado, ese canalla, intenta disfrazar sus aviesas intenciones encubriéndose con el manto de demócratas e invocando el derecho a decidir de los pueblos, como si los pueblos por si mismos supiesen lo que les conviene o lo que es correcto. Un pueblo como el catalán, o mañana el vasco, no puede saber lo que le conviene sin perder de vista los sagrados valores patrios que nos unifican y que hacen de nosotros un solo pueblo, obediente a los que detentan el poder y autoridad necesaria para decidir de qué forma y manera debemos defender la sagrada unidad de la patria.
En países atrasados o con deficientes o escasos valores, Suiza por ejemplo, tienen la nociva costumbre de, en cualquier votación rutinaria de las que periódicamente realizan, aprovecharlas para incluir otras votaciones al margen, como por ejemplo sobre el cambio horario o si subir el salario mínimo, etc. Desde que no está prohibido informar sobre estas cosas, y, por imitación, se está produciendo en este país un fenómeno muy grave y es creerse que uno tiene derecho a votar y expresar libremente lo que se quiera sin tener en cuenta o saber qué es lo que es sagrado y que cosa no lo es. Que se enteren esos demócratas de pacotilla: la unidad de España es sagrada, ni se compra ni se vende ni, mucho menos se vota.
Los gobiernos, el Parlamento, el Senado, son intocables. Pueden hacerlo mal, o muy mal, pero seguirán siendo siempre intocables. Tu puedes, con tu voto cada cuatro años, intentar cambiar alguna cosa, pero sin olvidar que somos unos ignorantes y casi siempre que intervenimos es para meter la pata. Ya existen unos mecanismos correctores como la Ley D´Hont y otros que hacen de criba para evitar el peligro de que a la gente le dé por intervenir en algo que no entiende, como es el caso de la política.
El Sistema está muy bien pensado y existe una larga tradición de pequeñas reformas y retoques antiguos y también actuales que lo hacen prácticamente invulnerable a cualquier veleidad innovadora o liberadora. Las cosas son como son y no van a cambiar. Yo dormiré tranquilo mientras hayan partidos con sentido de la responsabilidad como el PP, el PSOE o Ciudadanos que estén dispuestos a pasar a los catalanes a cuchillo antes de permitirles la aberración de que voten, aunque esté convencido como estoy de que en caso de hacerlo el resultado no rompería nada. Me da igual. Se trata de una cuestión de principios.
