Ya lo sé: quién y quiénes

Lunes, 21 Diciembre 2015 10:39

Escribo ésta mi nueva colaboración en este tu Blog después de una frugal comida dominical (posterior a una visita al IVAM renovado) y una siesta reparadora. Después de la ineludible “miradiña” al face, me topo con la primera controversia sobre datos de participación, las primeras alertas de supuestas irregularidades y, sobre todo, con los colores calientes y los contraluces rabiosos que producen las llamas en la cornisa Cantábrica: ¡Ay, mi Asturias querida! En unas horas el pueblo (o lo que sea, o quede de él) comenzará a conocer quién será el agraciado(o si lo prefieren, desgraciado) que le seguirá haciendo pasar por el aro, por el agujero, por la derrota, los próximos cuatro años: Euro, OTAN, artículo 135, ley mordaza, electoral, reforma laboral, y tal y tal.

Cuando hoy lunes, víspera de jornada lotera, se persone en la Redacción el equipo de El Económico, tendrá estas líneas en sus terminales, con el ruego de que, por favor, la suban a la edición en marcha, por si al terminar tu recorrido (el tuyo) informativo por datos, colores y caras electorales, triunfos y derrotas, te quieres desplazar un poquito hacia abajo y te adentres en territorio de “Cascorro con la lata”. Mi territorio otorgado con generosidad.

Como conocen, me encuentro cumpliendo sanción como funcionario, agotada la preceptiva, pero inútil,  vía administrativa (si actuaron motivados, no se iban  después a desdecir y aceptar documentos, pruebas y testimonios que hicieran justicia)  y a la espera de la jornada señalada para la celebración del juicio contencioso que el competente ha tenido a bien admitir y tramitar. Que ya les contaré.

Hoy quiero compartir que, el pasado día 3 de diciembre ¡más de dos años después! el Juzgado facilitó a mi letrado lo que llamamos “El Expediente”, identificado como Exp. Disciplinario 636/2013; compendió de documentos, actuaciones y resoluciones, que el Inspector de educación (juez, y parte, ¡y vaya parte!), Instructor del mismo, y la misma Consellería del ramo (mi patrón) me habían ninguneado en el procedimiento, pese a que, por Ley, tener derecho a poseer copia, después del imperativo de facilitarme la vista del mismo, entre otras cosas, y sobre todo, para poder defenderme. La última hoja lleva impreso el número 575 de página. ¡Madre mía! Y cuánto había esperado ese momento en que te cita el letrado para que tengas acceso a él. Saber quién o quiénes,  cuándo, por qué. Alguien te ha acusado, ha presionado y alentado, propuesto y decidido expedientarte, para después, sancionarte, y no lo has podido saber hasta ese día. Pero tú sigues sancionado, que viva la justicia.

Tiempo amarrado y limitado por unos documentos que no me daban. Tiempo callado, de silencio obligado, por no poder afirmar sin constatar. Tiempo vilipendiado, impotente, por no poder identificar. Tiempo de tragar por no poder demostrar. Ahora, todo eso ha acabado, y comienza el baile: mi defensa. Jurídica, y pública. No están todos los documentos esperados, pero hay suficientes. Los propios presentados, que obviaron e ignoraron, ahora están numerados. Todo seguirá su curso. El Juzgado va citando a los testigos. Por si hicieran falta. El expediente disciplinario 636/2013 debió tener un recorrido de un año, periodo para concluir. No fue así. Se me debió facilitar el nombre y los apellidos de quienes me acusaban. Los motivos. Los hechos concretos. La firma de los testificantes supuestos. No fue así. Ahora, ya puedo comenzar a hablar. Todo consta registrado y numerado.

Una Directora de centro docente público (y Equipo). Unas docentes de infantil (7), más una. Un Inspector de Zona. Un y una Director/a de los SS.TT. de Educación de Valencia, un Director General de Personal y una Consellera de Educación, desalojados ahora del poder indecente. Y claro: los “colaboradores necesarios” que, con el añadido de que “no se entere”, que tiene mucho miedo, plasman su firma. O unos presuntos declarantes, pero sin firma.  Todo, se me antoja, muy “Ruiz”, mezquino y miserable”. Nada, sin embargo,  que haya hecho mella en mi dignidad como persona, como funcionario, como docente.

El 7 de junio de 2013 “se propone (en Informe) la intervención, de manera urgente” de la Unidad Médica Territorial para determinar si “el citado profesor se encuentra en condiciones plenas y aptas para el ejercicio de la docencia”. Ésta, me cita el 8 de julio. Es obligado: me presento. Respondo, soy observado. Manifiesto, expongo. No se me da copia del informe del propio acto médico al que soy sometido obligatoriamente por ser funcionario. Se solicita por registro. Se contesta que “no existe constancia” de que dicho informe se haya emitido (todo ya, probado documentalmente). Bueno: pues ahora, sí que consta. Se emitió el 9 de julio, firmado y sellado: el Doctor (pag. 169), concluye: “no se aprecia ningún rasgo patológico a nivel físico o psíquico que le impida el desarrollo con normalidad de sus actividad como docente”. ¡Dos años y medio para poder conocer dicho informe emitido sobre mi persona! Por poner un ejemplo. Y ya puedo concluir quién fue la instigadora (en primera instancia). ¡Ella!

Y téngalo por seguro: puedo demostrar ya lo que intuía. Que El Económico se leía (y creo que se sigue leyendo) en los despachos de la Consellería de Educación. La página 98 lo demuestra. “Cascorro con la lata” se remitía vía fax. Escocía, supongo. Daba en la diana. Descubría: http://www.eleconomico.es/blogs/item/110262-contrato-programa. 03/06/2013. Tres páginas. Y si no, podéis leer, también, para recordar, mi posterior colaboración “Preparando la mecha”: en la Casa de la Cultura porteña pudo haber una tragedia, aunque sólo se quedara en una irresponsabilidad de los  organizadores. Y por todo ello, encontraréis allí, y en ello,  los motivos de fondo. Cascorro: me estás saliendo caro. ¡Pero cuánto te quiero!

Sea el que sea el resultado electoral de hoy 20D, yo seguiré invirtiendo en que se haga justicia. Y vosotros, me temo, tendréis que continuar yendo al tajo, o en el peor de los casos, al paro (ya, ni obrero).


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