Siempre es un buen momento para realizar cambios necesarios, pero este 20-D se presenta como único para hacer posible un cambio que, de no hacerse, hipotecaría el futuro quizás para siempre.
Hacen falta, es preciso y urgente realizar cambios a todos los niveles. Los ataques que recibe el planeta a cargo de la especie privilegiada, o sea, nosotros los humanos, están haciendo que esté en entredicho la supervivencia de la mayoría de las especies, nosotros los primeros, y que se hable de que nos quedan solo unas pocas décadas. Supongo que algo habrá que hacer y los que nos gobiernan no son precisamente los indicados para ello; los seguimos oyendo hablar de “crecimiento” “oportunidades de negocio” “competitividad”… sus mentes siguen y seguirán estando abducidas por los diferentes becerros de oro.
A nivel europeo És el moment de echar o al menos minimizar a los dos grandes partidos, el Popular y el Socialista, de ese parlamento convertido en una casa de rameras donde se negocia a espaldas de los pueblos el tratado TTIP que convertirá a los gobiernos elegidos por sus ciudadanos en marionetas de los mercados, como ya han empezado a hacer, siendo Grecia el mejor y más claro ejemplo de ello.
En el estado español És el moment de que los nuevos diputados dispuestos a cambiar las cosas ocupen el parlamento, diputados que peleen por los derechos y libertades que nos vienen robando legislatura tras legislatura, que hagan por recuperar lo defraudado por los corruptos, los políticos y sus amigos empresarios, por derogar las diferentes reformas laborales y sociales que han hurtado los derechos de los trabajadores y de las clases más humildes, por derogar la ley mordaza que impone multas sangrientas a los que alzan su voz contra las injusticias, És el moment de que los banqueros paguen sus propias deudas, de que el Gobierno se haga cargo de la parte de la deuda que es pública de verdad y pague la misma de forma que no sea desangrando una vez más a su propio pueblo.
El 20-D es una oportunidad nueva y única. Nueva porque nunca antes se habían presentado ante las urnas partidos o coaliciones electorales con la suficiente capacidad e ilusión de cambio, capaces de abrir por primera vez una puerta a la esperanza. Única porque la ilusión que estos nuevos políticos están derrochando para poder presentarse no será repetible si comprueban que les fallamos, ya sea por comodidad o porque nos traguemos las estúpidas mentiras mediáticas que lanzan contra aquellos que hacen el ingente esfuerzo de luchar para intentar sacarnos las castañas del fuego.
Abríamos de exigirnos un mínimo de generosidad a la hora de criticar o desconfiar de los que todavía no tenemos motivos para juzgar. Y si no queremos ser generosos al menos seamos sensatos: Ára és el moment.
