El informe Chilcot se solicitó para esclarecer la responsabilidad de Tony Blair en las mentiras y consecuencias de la Guerra de Iraq así como del genocidio subsiguiente y posterior problema sirio. Los ingleses quieren saber, y, presionan tanto que, a pesar de las trabas legales o ilegales que siempre saben emplear los poderosos, el parlamentario John Clilcot no va a tener más remedio que publicar en breve dicho informe.

Consideran escandalosa la tardanza en la elaboración del informe, encargado también a regañadientes hace más de seis años por Gordon Braun, el que fuera primer ministro y mano derecha de Blair. Los británicos están enfadados por la tardanza. Se nota que viven en una democracia.

Y es en estos momentos cuando Blair que, sospechosamente, siempre estuvo “hombro con hombro” con los “halcones” de EEUU, sale a la palestra para “libremente” hacer unas paródicas declaraciones para pedir disculpas y reconocer que, “posiblemente”, la decisión de invadir Iraq no fue la mejor de las ideas. Sigue defendiendo que en 2003 era evidente que había que echar a Saddan del poder, que lo de las armas de destrucción masiva “fue un error” y que, “quizás”, las consecuencias posteriores de toda aquella aventura debían de haber sido previstas. Algo que ya sabíamos todos, pero Bush, Aznar y él no lo sabían.

Ante la pregunta de si el Estado Islámico (EI) es una consecuencia de aquello, responde que “hay elementos de verdad en eso” e intenta disculparse diciendo que el EI en aquel entonces no existía y no podía ser tenido en cuenta.

No repara en que habían centenares de miles de personas, millones, que vivían y trabajaban en Iraq y que ahora, o han “dejado de respirar”, o “disfrutan” de un país arruinado, desestructurado, invadido y supeditado a los vaivenes e intereses internacionales que inciden en la zona más inestable y peligrosa del planeta gracias al Trío de las Azores.

Es lo que pasa cuando en los países llegan a mandar aquellos que siendo unos sinvergüenzas, además son necios. En 2003 aquellos que en el primer mundo decidían no solo a quienes había que machacar, sino también cómo y cuándo, aquellos que no solo dicen creer en dios, sino que ellos mismos se erigen en su brazo armado, se juntaron. Tres iluminados. No hacía falta ser los más poderosos, bastaba con que solo uno de ellos lo fuera, no hacía falta convencer a nadie, bastaba con que los demás se percatasen de que lo mejor era no inmiscuirse y estar alerta, pues una guerra como dios manda es siempre una oportunidad de negocio.

Eso explica que un estúpido con escaso poder y escasa talla o nula moral e intelectual pudiese salir en la foto. Su suerte es que aquí ni seis años ni nada: aquí nunca se investigan responsabilidades.