Corrupción, corruptelas y corruptos

Lunes, 14 Septiembre 2015 09:48

Estamos, quizá, en esa fase en donde escuchar o leer en nuestro país estos tres vocablos implica el no detenerse, el cambiar de canal o de emisión, de lectura. Es tal el grado de asimilación, de habituación, y de hartazgo, que ya no supone un motivo para la rebelión, la denuncia, respuesta. Si acaso queda un cabreo. Quizá, sí, para la autojustificación. Por arriba lo saben, y siguen sin cortarse, se sienten impunes. Han comprobado el grado de trágala de los de abajo. Están/estamos ocupados con las fiestas locales, las vacaciones, el futbol, los realitys, los prostíbulos. Han/hemos asimilado sin rechistar la reforma laboral más cruel mientras se forraban. Se consume a diario la dosis pertinente de CCC que los medios le sirven. A los políticos corruptos les siguen votando. A los empresarios, porque “dan trabajo” parece ser, les perdonan casi todo; no les importa su carácter corruptivo. Si hablamos de las transnacionales, holding, agencias, multinacionales, bancos, iglesias, sectas… sería para no callar. Luego está la institucional; la de más abajo; la de los “de abajo”. La de tu vecino. La tuya propia. La mía.

En las organizaciones, especialmente en las públicas (léase, por supuesto, Ayuntamientos “Excelentísimos”, colegios “educativos”, hospitales “hospitalarios”, cuarteles de la “defensa y el ataque”, etc.) la corrupción es “una práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole(¡atención!), de sus gestores”. Amén. Así sea. Así es. Esa está más cerca. La pagas, la votas, la tienes que obedecer, la legitimas... Y el pago que te dan…

Corruptos corruptivos y corruptibles susceptibles de grandes o pequeñas corruptelas corruptamente amparadas y protegidas suponen una ciénaga corrumpente de variada corruptibilidad.

El pan nuestro de cada día. Dentro de ellas: las hay muy crueles, repugnantes corruptelas. A comienzos de septiembre leía aquella de un excalde(de Loriguilla), un exjefe de policía y un exedil (de Gilet) participando y lucrándose de una trama de explotación laboral de condenados a trabajos a favor de la comunidad.

José María Tortosa: “Corrupción”. Icaria, 1995, ya señalaba que “la corrupción es un intercambio entre varios actores: hay oferta y hay demanda. Por lo menos es cosa de dos, el corruptor y el corrompido”. Argumentaba también (4, pág. 80) que “para que se dé corrupción es mejor que el mecanismo de decisión no sea transparente”. ¡Qué hallazgo de frase! Allí en donde la transparencia brilla por su ausencia, en donde el ocultamiento de la información pública es una conducta perenne, ponte en alerta porque allí, puede haber (piensa mal, y acertarás) corruptelas de mayor o menor grado. Todos los casos (infinitamente pocos) que han salido a la luz adolecían de ocultamientos, falta de transparencia, descontrol premeditado (La diputada Oltra y el diputado Blanco pueden corroborarlo). De ahí que cuando, por ejemplo, en tu Ayuntamiento constates impedimentos a la transparencia…ponte a atacar cabos.

Por último. Es la “cultura del cachondeo”. La aplicación estricta de la legislación “al enemigo” y la interpretación benigna para el “amigo”, refuerza las tendencias hacia la corrupción. La percepción de esa arbitrariedad le precede. Y entonces “aquí to er mundo e bueno: toca corromperse”(si no quieres que se te quede cara de lelo). Con ello, te puedes justificar. Y si te resistes, a pesar de todo, y además eres funcionario, eres hombre o mujer muerto:

pregúntenle al teniente Ortega, a Ana Garrido, Itziar González, Fernando Urriticoechea… A mí no me pregunten ya. A mí, consíganme la información que en derecho me corresponde, y que se me niega.

¿Has llegado al final de esta colaboración? Háztelo mirar: todavía eres capaz de leer algo (bueno o malo) sobre la corrupción, las corruptelas y los corruptos.


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