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Pedro Luis Alonso

Educación y Precariado (I)

Jueves, 19 Febrero 2015 21:39

Los talibanes de la falsa eficiencia económica y piratas del beneficio ya hace tiempo que echaron sus cuentas y aplican al mundo su lógica injusta. Para ellos el calentamiento del planeta -pongamos por caso- no es un fatal síntoma que advierta de una catástrofe ecológica segura, sino un cambio de las condiciones de negocio a las que tendrán que adaptarse los negocios venideros. No se debe limitar por ello la actual actividad industrial, maderera o minera. Al fuego de la usura financiera y de la estafa se empobrecerá el aire, el agua y la tierra de todos. Exprimirán al mundo como a una naranja sin que esto importe gran cosa en su modelo económico.

Lo que hacen con los recursos naturales o con el clima del planeta es lo mismo que han hecho con los recursos y el clima social de las denominadas sociedades del bienestar: echar cuentas y aplicarnos su lógica injusta. Y, al socaire de la falsa eficiencia económica, estos piratas de lo público se reparten a trozos la arquitectura social que ha asegurado a tres generaciones de clases medias (y/o proletarias) vivir y morir con dignidad desde la Segunda Guerra Mundial (los españoles después, claro). Al fuego de la usura y de la estafa se reparten lo que era de todos: la Seguridad Social, la Sanidad y la Educación (el agua, el aire y la tierra). Exprimen (privatizan) al estado como a una naranja sin que la falta de cohesión social que provocan o el empeoramiento de las condiciones de vida importe gran cosa en su modelo económico.

Como las sociedades del bienestar tienen el pequeño defecto de ser democráticas por fuera (por dentro otros deciden por nosotros) no es poco el esfuerzo ideológico y el miedo que debe ejercerse para que poco a poco, reforma a reforma, el proletariado (que se había olvidado de que lo era) acepte convertirse en precariado.

Y para el precariado, es decir, para la mayor parte de los trabajadores españoles de dentro de unos años, bastarán unos servicios mínimos. Y esto es lo que después de echar cuentas están haciendo en educación y, muy especialmente, en esta Comunidad Valenciana de la corrupción.

Y es que el negocio de desviar a la privada la inversión que debería ir a la enseñanza pública es magnífico. Así, antes de las elecciones –y sin vergüenza- han renovado por 6 años todos los conciertos con los centros privados. Muchos de los cuales, por cierto, han estado cobrando indebidamente de la administración todavía más dinero del que les correspondía. Como tampoco les correspondía tener a sus patronales, según la Fiscalía Provincial de Valencia –y gracias a la denuncia de Compromís- unos trabajadores liberados que hemos estado pagando entre todos.

Para estas y otras cosas (como la privatización de estudios universitarios o el injusto reparto de subvenciones con que se premia a la Confederación Católica de Padres y se castiga a la crítica Confederación de AMPA Gonzalo Anaya) les emplazo a la próxima columna.


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