Uno de los peores defectos que tenemos los humanos es lo que se conoce comúnmente como cainismo. Se trata, como su nombre indica, de la tendencia a matar a tu propio hermano por envidia, celos, o cualquier otra baja pasión. El cainismo ha existido siempre, está muy extendido, pero yo lo tengo como un defecto muy característico de la izquierda.
Necesitaría mucho más espacio que el de esta sencilla columna para explicarlo. Para mí ser de derechas es muy fácil, porque les basta con conservar las dinámicas aprendidas en la sociedad en la que viven, toman sus decisiones con análisis simples: no se calientan la cabeza con ideas transformadoras porque nada o poco pretenden transformar. Ser de izquierdas es todo lo contrario, todo ha de ser discutido, las decisiones deben ser lo más colectivas posibles y deben valorarse antes y después de haber sido puestas en práctica, los resultados deben ser analizados.. tesis.. antítesis.. síntesis.. y otra vez vuelta a empezar. Un modo totalmente distinto y crítico de entender la vida. Pero analizar, ser críticos, en ocasiones facilita los impulsos cainitas; llega un momento que de críticos pasamos a ser hipercríticos, y, de analistas sociales a llegar a cogérnosla con papel de fumar. Es verdaderamente difícil saber dónde está el punto exacto.
Días atrás escribía acerca de la oportunidad histórica que parece abrirse con la canalización de la indignación ciudadana, a través del movimiento Podemos fundamentalmente, sin olvidarnos de I.U. Izquierda Anticapitalista, el Partido X, ATTAC, el 15M, Guanyen, y otras movidas de izquierdas o progresistas.
Según parece Podemos sería la única organización que podría capitalizar electoralmente este rebote ciudadano, pero ya Anguita, cada día más sabio, advierte que lo importante es que hay un tren que coger y que solo se podrá hacer con la unión de todos.
Mi temor es que los particularismos de unos y otros, o el cainismo, pueda llegar a defraudar al pueblo español y estos no sean capaces de ofrecer la unión necesaria o las soluciones que todos esperamos.
Será preciso recordarles continuamente desde todos los ámbitos a todos los partidos de izquierdas y movimientos sociales que, en este momento, están obligados a hablarse, a unirse, entenderse, para ofrecer a los ciudadanos una alternativa de cambio clara, viable y esperanzadora. Esto no será nada fácil, pero habrá que hacer todos los esfuerzos que sean precisos para entenderse y pactar. El resultado debe ser que todos rememos en una misma dirección y es algo que habrá que hacer cueste lo que cueste porque hoy solo tenemos una prioridad: lograr un cambio político y social completo e integral. Ello será ahora o nunca. Ese tren está pasando ahora, en estos momentos. ¿De verdad queremos cogerlo?
