Primer Belén instalado en el Salón Parroquial de Ntra. Sra. de Begoña
Es una costumbre navideña colocar el clásico árbol de Navidad, adornado con bolas, cintas, guirnaldas, luces, etc. Esta tradición, también cristiana, viene del obispo alemán Bonifacio, que en el año 723 se fijó en un pequeño abeto y lo vio como símbolo perenne del amor de Dios, lo adornó con manzanas (que simbolizaban las tentaciones) y velas (que representaban la luz de Cristo que viene a iluminar el mundo). Asimismo se sigue la tradición de montar belenes en las empresas, asociaciones culturales, escaparates, etc. y según dice la historia fue San Francisco quien, celebra la Eucaristía en la nochebuena de 1223 en una cueva del pueblo italiano de Greccio, y prepara una representación viviente de un pesebre con una mula y un buey, considerándose desde entonces como el origen del belenismo.
Aquí, en El Puerto, desde mi niñez recuerdo que se hacía incluso concurso de belenes en los escaparates de los comercios. En algún caso sólo se montaba el “Misterio”, es decir el portal o gruta con San José, la Virgen y el Niño, pero en su mayoría era un gran belén con muchas figuras. También en la mayoría de las casas particulares se montaban belenes, más o menos grandes (algunos de papel recortable), pero en los que no faltaban las montañas, río, hecho con papel de plata y en casos más sofisticados con agua corriente en circulación, aunque eran los menos.
Recuerdo con nostalgia el que montaba mi buen amigo Ernesto Corresa en la trastienda del comercio de alpargatería que tenían sus padres. Allí íbamos los amigos a ayudarle a confeccionar las montañas con tela metálica muy fina recubierta con escayola pintada, las casas del herrero, la fragua, etc. Y es que Ernesto ya estaba en aprendices y traía ideas del célebre belén que estos estudiantes se encargaban de montar en el salón parroquial de la iglesia de Ntra. Sra. de Begoña. Era éste un belén muy concurrido en el que, todas las tardes navideñas, niños y niñas cantaban villancicos y bailaban en adoración al Niño Jesús. Fruto de aquel Belén, del que apenas quedan figuras, es el que actualmente montan integrantes de la asociación de antiguos aprendices, con casas, figuras, etc. realizadas por ellos mismos.
Pero hoy yo quisiera terminar con una reflexión. Fijémonos en las figuras de los clásicos belenes:
Pastores, leñadores, lechera, herreros, los magos…etc. ¿Qué pintan en el Belén?: adoran al Niño que acaba de nacer. Y en nuestros días ¿para nosotros qué significa la Navidad? En nuestro Belén actual, el que vivimos cada día, pensemos que las figuras deberían también representar, al informático, a la maestra de escuela, al médico, a la empleada administrativa, al barrendero, al bombero, a la ejecutiva… a los padres y madres reunidos en familia con sus hijos, a los abuelos –jubilados como yo-, con la misma misión que tenían nuestros antepasados hace 2000 años recibir y adorar a quien viene ofreciéndonos su Amor para que lo sepamos administrar, nosotros también, en nuestro trato con los demás. Que así sea ¡Feliz Navidad!
