Vacuna do

Lunes, 10 Noviembre 2014 13:06

Los teletipos, las ediciones digitales y las redes sociales, escupen a diario noticias sobre el más insospechado de los temas que genera la vida que nos ha tocado soportar, o disfrutar, según los casos. Dentro de ellas, y en los últimos meses, las que hacen referencia a la corrupción, al latrocinio, a la cara dura, se solapan unas sobre las otras, se avasallan, se atropellan, se empujan y desplazan, y no dejan espacio para ninguna reflexión. No has digerido una cuando  hace acto de presencia otra que se mete en tu plato con la pretensión de que la engullas. Acabas por solicitarle a tus anticuerpos que actúen, que la noticia, lejos de ser un relato que te informa y te hace comprender, es una bandada de párrafos, letras, titulares que pretenden caigas enfermo de desesperación, frustración, cansancio. Además, dirigidas a tu castigado cuerpo y a tu maltratada mente con pretensiones varias. Mandas un mensaje entonces a los bichitos que te inoculaste vivos y a la desesperada para hacer  frente a los malévolos “virus informativos” por medio de una vacuna que con tal propósito decidiste un día que tú, a ti mismo, para protegerte,  te administrabas. Sin errores. Todo controlado.

Lo malo es cuando alguien(organismo, sección, funcionario, empleado autorizado) te cita para administrarte una segunda dosis de vacuna B, cuando debería ser la A, hepatitis de por medio. De nuevo, puede parecer, cuestión de letras. Te prestas(prestas a tu hijo/a) confiado, y confías en los responsables. No piensas(de entrada) en cúmulos de errores. Ni en negligencias, ni en ineficacias. Eres hombre, o mujer, de buena fe, para eso te educaron. Ni se te pasa por la cabeza que se puede colar en el menú diario de noticias aquella cuyo titular, en negrita, te advierte que “Sanidad achaca el fallo al revacunar a 148 niños en Sagunt a errores encadenados”(puede  usted buscar cualquier otro titular). Como además es/era una medida pensada para tus hijos, te dices y te repites lo buenos chicos que son, atentos y diligentes que, encima, se desplazan a un centro público de enseñanza para administrarla. Con lo cual, tú, que estás en el curro ganándote las habichuelas, lo agradeces sobremanera porque así no te tienes que pedir permiso a tu jefe y acudir, con el engorro que supone de turnos, colas y esperas, a un centro sanitario para que te la administren, o se la administren a tus retoños.

Y es que no nos paramos mucho a leer y rumiar lo que las noticias, y a veces las cartas de organismos varios, y notas sin identificación y sin  firma de directivos públicos varios, te envían. Y, en este estado galopante de descontrol, de irresponsabilidad, de negligencias varias, y sobre todo, de impunidad, no queda otra que hacerle más caso a lo que te afecta, y le puede efectuar a tus hijos, por obra y gracia de vete  tú a saber por qué razones y por qué responsables. Esto está lleno de personajes incompetentes e irresponsables que “descubiertos” en el ejercicio de su función, sólo atinan últimamente a “pedir perdón” obligados por las evidencias, pero  no actúan en consecuencia, dejando sus competencias y responsabilidades. Cobran a final de mes.

Por otra parte, “malestar” e “impotencia”, aunque pueda suponer la primera reacción, es poca reacción cuando cuando los errores encadenados afectan a 148 personas en edad escolar(y a algunos docentes). Todo provocado, por nada más y nada menos, que por la “Salud Pública”. Todo funcionario puede(podemos) tener errores; todo empleado público, todo cargo público. En ocasiones son provocados por nuestra propia negligencia, desidia, pasotismo, comodidad. En ocasiones  por tragar y aceptar ejecutar órdenes de servicio fuera de lugar, emanadas  de cargos negligentes e irresponsables, muchas veces nombrados a dedo, y   nada garantistas, sorteadores de la normativa más elemental y precisa, y nada respetuosas con los ciudadanos que contribuyen, sujetos de derechos. En la mayoría de ocasiones son fruto de decisiones irresponsables tomadas por irresponsables directivos o cargos varios. De protocolos incompletos o negligentes, u obviados. De  normativas imposibles. En el caso de la vacunación errónea a dicentes y docentes(un acto médico nunca debería llevarse a cabo en una instalación de enseñanza, y algunas autonomías así lo contemplan) la serie “encadenada” de errores(responsable dixit) debería conllevar exigir las más altas responsabilidades: identificar cada uno de los eslabones en el error. Identificar a los responsables. Debería ser un juez quien determinara por qué, por quién, en dónde tuvo lugar el error. La reparación, al menos moral, de los pacientes y, en su caso, indemnización debería ser lo normal. Es decir, recibir justicia.
 
Y ante tanto despropósito, ante tan imprevisibles consecuencias(no es necesario que haya sangre, mi magulladuras, ni óbitos que nadie desea)los posicionamientos de las “fuerzas vivas” han sido ¿nulas? No he leído una sola nota de Consejos Escolares varios, ni de los sindicatos docentes(hay docentes afectados) y sanitarios. Ni de Plenos, ni de Comisiones de Gobierno, ni de Ejecutivas varias. Ellos están “ a la suya”. ¿Y de las AMPAS y sus Presidencias? Mejor me callo. Y es que desde la una, de un colegio privado subvencionado con fondos públicos, que depende de la misma y demás privilegios, no pueden “arremangarse” y pedir responsabilidades  a  quienes les “dan de comer”(las Consellerías son vasos comunicantes), por lo que más allá de calificar de “lamentable” la negligencia efectuada,, no podemos esperar más. La otra, con calificarla de “experiencia traumática”(lo que es cierto) y “vigilar la revacunación” les parece suficiente. Excepto alguna manifestación sensata, coherente, y a título individual leída, todo me parece increíble. Y mi criterio personal es que...todo podría volver a ocurrir pese a lo que diga el jefe de sección de Epidemiología del Centro de Salud Pública de la Consellería. En las Consellerías están pensando en otras cosas ante el inminente debacle que les espera en unos meses. Si no es en las vacunaciones, lo será en...

Noticias más inverosímiles se han podido leer. Ahora: yo me encuentro vacunado contra la A, la B, la C y contra todo el Abecedario. Sólo que en el tema que ocupa esta colaboración, me afectan también los “errores encadenados” y lo siento sobremanera porque muchos de los  afectados han sido mis alumnos y alumnas en su etapa infantil a los que aprecio.


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