Viaje Alcañiz

Miércoles, 10 Septiembre 2014 19:55

Hoy creo que toca hablar de podemos, de que podemos creen ustedes, del famoso partido. Pues no, vamos a hablar de podemos hacer más, podemos hacer más pueblo, podemos estrechar lazos, podemos rodear con nuestros brazos a los que tenemos al lado y podemos ser todo lo que nuestra fuerza de voluntad nos permita.
Eso es lo que hizo la Unión Musical Porteña en Alcañiz, donde fue invitada la coral la banda de música y una muy buena representación de nuestro Centro Aragonés.
En la plaza de España, a los pies de su casa consistorial y debajo de los arcos de la Lonja, edificios de los siglos XV y XVI, ante muchísimas personas, durante dos horas y media el cielo del bajo Aragón se llenó de notas musicales de voces corales dirigidas por Amalia. De jotas aragonesas con su fuerza, con su carácter peculiar y distintivo de otras jotas, que acompañadas por nuestra orquesta dirigida por Jorge, hicieron que esas voces  tan jóvenes del Centro Aragonés del Puerto Sagunto sonaran como ángeles. Fue una delicia oír a hombres y mujeres tan unidos en el canto, con esos trajes regionales que mueven con esa soltura, que embelesaban a propios y extraños.

Y esa jota que dice: Suena el guitarrico mío. Suena el guitarrico suena. Y no te importe que el viento. Vaya barriendo tus quejas. Como el viento es para todos. Puede tropezar con ella
¿De dónde son estas chicas que cantan también y que  no conocemos? Decían las señoras: Son del Puerto de Sagunto.
Hay que resaltar además de la unión de ambas sociedades musicales, la comida que nos ofrecieron los dos días que estuvimos, ellos guisaron y fueron los anfitriones, pero más que resaltar su amabilidad y el gesto atento de que nada faltase, era el ambiente de amistad, fraternidad y confianza que con su trato nos ofrecían los mañicos. Claro que las comidas fueron a su estilo, pero un poquito fuerte para algunos, muchísimo cordero el día del guisado y el segundo muchísimo cerdo el día de las alubias, pero hay que resaltar también los buenos melocotones que no sirvieron, y que este año no se ha querido llevar el Putin. La fruta recién cogida los melocotones de Alcañiz como los de Calanda que son los de la fama son una delicia, se llena la boca de un caldo con un sabor, nunca he comido melocotones tan buenos.
El domingo por la mañana, me imagino que como deferencia de su ayuntamiento, tuvimos una visita guiada a la ciudad. Fuimos a ver el Castillo de los Calatravos con sus restos románicos, góticos, renacentistas y barrocos y después el casco antiguo, con los pasadizos subterráneos debajo de la plaza de España.
El subsuelo de Alcañiz esta surcado por una enmarañada red de galerías y pasadizos subterráneos que comunican entre sí el castillo, bastante alejado y situado en la parte alta de la ciudad y las iglesias y los principales edificios de casco antiguo, por supuesto el uso era para defensa y huida ante problemas. Siguiendo los pasadizos encontramos la nevera medieval, un espacio de 20 m. de longitud en cuya base hay pequeños canales que desembocan en un pozo cuadrado, esto era un almacén con dos aberturas por donde se introducía la nieve en invierno y que en verano se utilizara para conservar alimentos o para fines medicinales.
Tanto en la ida como en la vuelta gracias a los (cd) del amigo Alfredo cantamos las canciones de nuestra época, años 60 y 70 y le hicimos notar a Amalia la directora que estas ya las sabíamos por si quería meter alguna en el repertorio.
La vuelta fue admirando esas bellas nubes que anunciaban lluvia, y que no tardó mucho en hacer su aparición, claros y nubes que como trozos de algodón tapaban a intervalos los rayos de sol, y en el suelo los campos segados de trigo los grandes y pequeños pinos. Contemplando el paisaje se acaba el viaje con calma, paz y tranquilidad.
 
Un abrazo de Paco


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