Días inciertos

Lunes, 14 Julio 2014 12:42

Hace dieciocho años, nada más y nada menos, que el grupo de rock Celtas Cortos dio a luz un trabajo discográfico memorable, de cabecera, en cuya carátula del libreto conteniendo la letra de las canciones se podía ver a una persona(digna) con los brazos en alto, brocha en mano, y que en azul, acababa de ser sorprendido plasmando en la pared esta pintadita: “En estos días inciertos...”.
“...En que vivir es un arte”, en la contraportada, leyenda en rojo, el texto se sobreponía a una fotografía en la que, apareciendo cuatro impecables fuerzas “del orden”, bien pertrechadas, sonrientes, con cierta sonrisa irónica y aires de superioridad, acaban de descubrir el delito del ingenuo pintor de pintadas pintarrajeadas.
 
Coger un periódico hoy, en papel o digital; ver un telediario, sea del régimen(no pueden ocultar o tapar todo) o no; escuchar una radio, financiada lícita o ilícitamente, te hace percibir una sensación de que podríamos estar ante una sucesión de días inciertos: en lo político, en lo económico, en lo social. Y sin embargo, esa percepción se trunca, se desploma, se desvanece, en fin, desaparece, cuando eres informado sobre la adormidera del fútbol y las pasiones que levanta, sobre jóvenes en busca del alcohol evasor y del sexo humillante, sobre... Cien personas protestando por los bombardeos israelíes sobre Palestina, y millones frente a una pantalla que escupe consumo, propaganda y eventos deportivos organizados y avalados por una especie de mafia inamovible que truca los resultados, que ofrece el palco al poder político, social y económico para que proceda a su ostentación; tranquilos, impecables, mientras en las afueras de los estadios, y en sus feudos, los bien pertrechados les mantienen el orden(“su orden”) y ejecutan la represión.
 
En la Consellería de Educación de la investigada por “Europa” Generalitat Valenciana se han sucedido en estos dos últimos meses jornadas de días inciertos, en donde ya sólo vivir(¡y qué vivir!), y también sobrevivir, se está convirtiendo en arte: ante las evidencias, las traiciones, las desbandadas, el incierto cambio de jefes y sus voluntades, el sondeo electoral, los juegos y entretenimientos entre “técnicos” y “políticos”; y así.
 
Y en los centros educativos(o lo que sean) públicos(los privados y privados concertados están seguros que el maná lloverá, si o sí, gane un “sánchez” o un “feijoo”) en donde lo incierto se ha adherido como una lapa a la sucesión de días, a la toma de decisiones, a la paralización y confusión consiguiente, a la improvisación, y cómo no, sobre la represión ejercida por los impecables(escasamente pertrechados con la razón) directivos digitalmente designados(algunos de ellos sindicalistas de pro, y ex-políticos sin política ) sobre los que hemos, ingenuamente, románticamente, aisladamente, temerariamente, llevado a cabo una pintadita en forma de escrito con petición-solicitud en registro, denuncia por escrito, recurso en caracteres, etc., etc., ¡Ver para creer!
Podría decirse que, con todo ello, podríamos, pese a los días inciertos, la represión y la necesidad de sobrevivir, estar ante el amanecer de una esperanza, en el albor de un cambio(hacen falta muchos, profundos). Pero...

Si en “El dilema del Directivo”, de Daniel Sánchez Reina(que se vende como especialista en multinacionales), junto a Isabel Iglesias, se deja de manifiesto que entre otros, “la desmotivación, tiranía, falta de autoridad o incompetencia, tanto de jefes como de empleados son “problemas” que se generan en el trabajo”, y le añadimos los días inciertos, podríamos tener delante la perspectiva de poder generar un cambio para abordarlos y intentar solucionarlos. Pero si a continuación el autor declara y describe que ante un jefe tirano “hay tres tipos de empleados(sobreviven mejor que los no empleados, y si son funcionarios, en estos días inciertos ¡es la leche!): el resignado(los), el palmero(los) ¡plas, plas, plas!, y el rebelde(pero ese dura poco)”, se te viene, al menos un poco, el mundo hacia los pies. Resignados, y sobre todo palmeros, sobrepasan a los rebeldes. Y pese a todo, vamos a vivir. A vivir la rebeldía. Ahí les duele.

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