La que se avecina

Jueves, 19 Junio 2014 18:59

El Gobernador del Banco de España, Luis María Linde, lo dejó bien claro el pasado martes: España, de aquí a 2017, tiene que reducir el déficit en 5,5 puntos. Como cada punto son 10.000 millones de euros, lo que queda pendiente de ajustar son unos 55.000 millones, o sea, que faltan 4.000 millones de euros para los diez billones de las desaparecidas pesetas, repito, 10 billones. Una auténtica animalada. Como no podía ser de otra manera, este personaje ha centrado sus recomendaciones en la revisión del gasto público y en el aumento de la imposición indirecta. Semejante recetario, en términos prácticos, implica nuevos recortes, subida del IVA y de los impuestos indirectos. En pocas palabras, reducir las prestaciones a la ciudadanía y, al mismo tiempo, volver a meterle la mano en el bolsillo. O sea, que a la vez que reciben menos servicios públicos, pagarán más impuestos. Sensacional. Entretanto, las grandes empresas del país, las del IBEX 35 y alguna más, apenas tributan a la Hacienda pública un escaso 5 ó 6%. Como los gastos del Estado son los que son, para que las principales empresas y las grandes fortunas continúen disfrutando de un trato tan preferencial y ventajoso, es necesario recortar gastos en educación, sanidad y servicios sociales y, al mismo tiempo, aumentar los impuestos indirectos como el IVA. Aquí se aplica la filosofía de Robin Hood, pero a la inversa. Se le quita a los pobres, en este caso a los asalariados, para darle a los más ricos.

Este tal Linde, habla de la necesidad de que el sector público contribuya de forma eficiente a la actividad económica, en este caso, reduciendo drásticamente sus gastos. Nada que ver con las teorías keynesianas. En cuanto al incremento de los tributos indirectos, el presidente del Banco de España resalta que tal medida permitiría reducir los impuestos sobre el trabajo, los rendimientos de las rentas del capital, y las cotizaciones sociales. Como se ve con meridiana claridad, no se trata de aumentar la presión indirecta para bajar el déficit público o evitar recortes. Se trata de mejorar los ingresos del Estado, a base de aumentar los injustos impuestos indirectos, para, al mismo tiempo, reducir los directos del trabajo, las rentas del capital, y las cotizaciones a la Seguridad Social. Tres medidas que benefician claramente a los que mas tienen y, naturalmente, a las grandes compañías, que todavía podrán aumentar más sus beneficios, reduciendo sus aportaciones a la Seguridad Social. Se podrá decir que esta medida favorece por igual a todas las empresas, cierto; sin embargo, menguar las cotizaciones sociales no van a sacar del atolladero a una pequeña o micro empresa, que son la mayoría del país, mientras que El Corte Inglés, Mercadona, el Banco de Santander o Telefónica, si tendrán un ahorro más que apreciable. Al final, están creando las condiciones para llevar la Seguridad Social a la ruina.

En definitiva, que a juzgar por las palabras del presidente del Banco de España, en pasar las elecciones autonómicas, locales y, sobre todo, las generales, todas ellas a celebrar en 2015, el Gobierno volverá nuevamente con más recortes y el aumento de la presión fiscal indirecta, mientras que se proporcionaran nuevas ventajas a las grandes empresas, que, encima, se continuarán beneficiando de una presión fiscal más reducida. Todo está pensado, como ven, para que el peso de la crisis siga recayendo sobre los parados y asalariados, en definitiva, sobre las clases populares. Porque, con un ajuste pendiente de 55.000 millones de euros, de aquí a 2017, es obvio que en España queda crisis para años, para muchos años. Son las consecuencias de aplicar el recetario neoliberal extremo, que con tanta alegría recomienda la Troika. Entretanto, mañana viernes se tratará en el Consejo de Ministros la reforma fiscal, con la que se espera dejar de recaudar unos 7.000 millones de euros en 2 años. No tiene sentido que el presidente del Banco de España recuerde que hay pendiente un ajuste de 55.000 millones de euros y el ministro Montoro, la misma semana,  presente una reforma fiscal con la que el Estado va a dejar de ingresar 7.000 millones de euros. Se nota que vienen las elecciones.

Hoy, día de la coronación de Felipe VI, la mayoría de los españoles tienen pocos motivos para la alegría, más bien ninguno. La crisis sigue ahí y, lo que es peor, se acentuará mucho más en cuanto se inicien los ajustes para reducir esos 55.000 millones de euros. Esa es la España real, no la de hadas, reyes, princesas y pajes, que nos están vendiendo intensamente a través de los poderosos medios de comunicación.

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Modificado por última vez en Jueves, 19 Junio 2014 19:40
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