El recauchutado

Martes, 03 Junio 2014 21:09

El recauchutado es una técnica que permite recubrir de caucho las desgastadas ruedas de un camión, para, posteriormente, reconstruir el dibujo del área de rodadura. Es una forma más económica de prolongar la vida útil de los neumáticos muy desgastados por el uso. Lo que ocurrió ayer, con el anuncio de la abdicación de Juan Carlos I, no es más que un cambio importante, pero cosmético. Con esta operación se pretende alargar la vida de este régimen de libertades, que no democrático, surgido del proceso de la transición de 1978. Esto viene a ser, en pocas palabras, como una especie de recauchutado.

La renuncia del monarca al trono ha sido, en cierta medida, una sorpresa. Efectivamente, Juan Carlos I nos ha aburrido a todos los españoles, negando, una y otra vez, que fuera a abdicar. Sin embargo, 8 días después de las elecciones europeas se produce el mayestático acontecimiento. Se ha dicho que fue el pasado enero cuando se tomó esta decisión en la Casa Real, pero lo inequívocamente cierto es que ha ocurrido después de que los españoles se pronunciaran en las urnas. Los resultados electorales del 25-M han puesto patas arriba el sistema bipartidista, han acelerado la abdicación de Juan Carlos I, y se han llevado por delante al secretario general del PSOE. Pero, don Alfredo Pérez Rubalcaba, maestro del malabarismo donde los haya, se las ha arreglado para decir que se marcha y, al mismo tiempo, quedarse, seguir ahí, al frente del primer partido de la oposición, en tanto en cuanto se resuelve satisfactoriamente el relevo en la Casa Real y el recambio en el PSOE.

Nuestro anciano y achacoso monarca se resistía, como gato panza arriba, a dejar el trono, pero las circunstancias mandan, y como lo mejor siempre es enemigo de lo bueno, había que ir a tiro seguro. Al quedar tan tocado el bipartidismo en las últimas elecciones europeas, el futuro político del país se presenta algo incierto, de ahí que fuera muy necesario actuar con rapidez. Efectivamente, en la presente legislatura se bastan los socialistas y los populares para dar cuanta cobertura sea necesaria a los cambios que hay preparados, entre ellos, la sucesión. Hoy mismo ha sido aprobado por el Consejo de Ministros, reunido en sesión extraordinaria, un proyecto de ley orgánica para regular la abdicación del Rey. El texto legal, que entrará en vigor cuando sea publicado en el BOE, cuenta con un artículo único y una disposición final única.

El 23-F sirvió para consolidar la monarquía en España, pues bien, a partir del próximo 18 de junio se han de acometer los cambios constitucionales necesarios, ya de la mano del nuevo rey, por lo que Felipe VI pasará a la historia como el Jefe del Estado que supo aunar voluntades e impulsar cambios sustanciales que proporcionaron otro largo periodo de convivencia en paz, libertad y prosperidad, en una España unida. Que no le quepa a nadie ninguna duda de que la reforma constitucional que hay en cartera va a empeorar en lo esencial el viejo texto que aprobamos los españoles en 1978. O sea, que bajo ese aire de modernidad y renovación, con el que se quiere impregnar este proceso, no hay más que otra vuelta de tuerca para perpetuar los privilegios del poder económico que dirige los destinos del país; poder que ha entendido con claridad el mensaje de las urnas. Si en las elecciones generales de finales de 2015 se mantiene fragmentado el voto de la izquierda y acceden al Parlamento español Izquierda Unida y Podemos con igual o superior fuerza, no se puede negar que será todo mucho más inestable y complicado. Por eso, precisamente, y para garantizar la estabilidad en la siguiente legislatura, el Consejo Empresarial para la Competitividad, ese que agrupa a las principales empresas del país que apenas tributan a Hacienda, propuso una gran coalición PP-PSOE. Es mucho lo que hay en juego y muy complejo meterle mano al texto constitucional del Título Preliminar; Título I, Capítulo Segundo, Sección Primera; o al Título II.

Por otro lado, no conviene perder de vista que el relevo en la Casa Real se acomete cuando se producen los primeros brotes verdes en materia de generación de empleo, aunque se trate de puestos de trabajo basura, por estar muy mal remunerados, que no van a sacar del umbral de la pobreza a la mayoría de estos ‘afortunados’ que encuentran ocupación. Dentro de un tiempo se recordará, igualmente, que de la mano del nuevo jefe del Estado, Felipe VI, también llegó la bonanza económica. Pero no se hagan ilusiones, el relevo en la Casa Real no erradicará la corrupción generalizada, no pondrá fin a los privilegios de esos 10.000 aforados, no eliminara esa parte de la administración que sólo sirve para que los dos grandes partidos coloquen a sus ejércitos de liberados, asesores y enchufados. Con Felipe VI en el trono, no se va a luchar activamente contra el fraude fiscal ni se van a cambiar las reglas del juego para que las grandes fortunas y las empresas más importantes del país tributen a Hacienda como corresponde y no con un escaso 5%. Tanto que no, si el Gobierno de Rajoy quiere rebajarles un 5% más el Impuesto de Sociedades en la nueva Reforma Fiscal, mientras los españoles pagan al fisco el tipo más alto desde la instauración de la monarquía y los más elevados impuestos indirectos. En definitiva, Con el nuevo monarca no se pondrá fin al latrocinio, tan extendido en este país desde hace años.

No quiero acabar este artículo sin mencionar lo rancio que resulta, en pleno siglo XXI, que el Jefe del Estado pueda transmitir el cargo a su heredero, en este caso su hijo primogénito, como si estuviéramos en la Europa del siglo XV o en el régimen comunista de Corea del Norte. Además, en el caso español, la monarquía fue impuesta por el Generalísimo Franco, aunque luego la aceptamos los españoles en el referéndum Constitucional del 6 de diciembre de 1978. Como para votar que no, ¿verdad? Que los ciudadanos de un país no puedan elegir al Jefe del Estado es algo decadente que, encima, soslaya los derechos de igualdad de la ciudadanía. No es una cuestión economicista, de que la monarquía sea más cara o más barata que la presidencia de cualquier república, claro que no. Se trata, simplemente, de más o menos salud democrática. En este caso, de menos.

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Modificado por última vez en Martes, 03 Junio 2014 21:16

 

 

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