El giro social da la espalda al bipartidismo

Lunes, 26 Mayo 2014 20:27

No era infundada la preocupación del Consejo Empresarial de la Competitividad (CEC), ese que agrupa a las principales empresas del país, respecto al riesgo de que los electores pudieran dar la espalda a los dos grandes partidos y, por consiguiente, fuera necesaria una gran coalición PP-PSOE para gobernar España después de las elecciones generales de 2015. Ni que decir tiene que, tanto los populares como los socialistas, harán lo que ‘recomiende’ la gran patronal y la banca. Eso sí, por el bien de España. Los resultados electorales de las Europeas de ayer acreditan lo que ya se veía venir: que el bipartidismo pasa por sus horas más bajas. Aunque los resultados de los comicios de ayer son bastante diáfanos, es lógico que cada partido trate de vender la versión que menos le perjudica. La señora Valenciano fue la única candidata que en la noche electoral salió a dar la cara y reconoció la derrota. Por cierto, se echó en falta la presencia de Rubalcaba en esa comparecencia informativa, aunque en el día de hoy ha anunciado la celebración de un Congreso extraordinario para julio. No han pasado ni 24 horas del morrocotudo desplome, y el secretario general del PSOE ya ha movido ficha, lo que confirma la gravedad de los resultados.
 
En las europeas de 2004, la participación alcanzó el 45,94%, en las de 2009 fue del 44,90%, y el porcentaje de participación en las de ayer se situó en el 45,84%. Estas cifras acreditan a las claras que el nivel de votantes en los tres comicios ha sido muy parejo. No así el voto a las candidaturas. Efectivamente, los populares recibieron en 2004 el apoyo de 6.741.112 votantes, mientras que en 2009 obtuvieron el respaldo de 6.670.232 españoles. En los comicios de ayer, la candidatura encabezada por Miguel Arias Cañete reunió 4.074.366 papeletas, lo que supone, en números redondos, una pérdida de dos millones y medio de votos. Es verdad que el PP ganó ayer las elecciones europeas, pero el batacazo que se dio fue espectacular, pasando del 42,12% de 2009, al 26,06% de ayer, o sea, una caída de más de 16 puntos.
 
A los socialistas, pese a ocupar la bancada de la oposición, no les ha ido mejor, todo lo contrario, bastante peor. En 2004, el PSOE recibió 6.741.112 votos, y en 2009 los sufragios que obtuvo alcanzaron la cifra, algo menor, de 6.141.784. En la jornada de ayer los socialistas se dejaron por el camino muchísimas plumas, descendiendo hasta los 3.596.324 votos, lo que representa una pérdida ligeramente superior a los dos millones y medio de votos. Si el PSOE recibió en 2004 un respaldo del 41,21%, y en 2009 este porcentaje bajó hasta el 38,78%, ha sido en los comicios de ayer cuando el descenso ha superado todos los pronósticos, alcanzando niveles desconocidos, con un apoyo electoral del 23%. Esto significa que, entre 2009 y 2014, el partido de Alfredo Pérez Rubalcaba se ha dejado, por la senda del descenso, algo más de 18 puntos. Eso se llama bajar varios pisos de golpe. Si se suma el 26,06% de apoyo que recibió ayer el PP, al 23% obtenido por los socialistas, es evidente que, entre ambos, reúnen el 49,06% del electorado. Este dato refleja de forma clara cómo los españoles han castigado el bipartidismo del régimen de la transición, que, de concentrar el 80% del voto, ha pasado a un 50% raspado.
 
Ante semejante revés, sufrido tanto por el PP como por el PSOE, y teniendo en cuenta que los niveles de participación no han sido menores a los registrados en anteriores comicios, es obvio que esos cinco millones de votos que han perdido las dos principales fuerzas políticas españolas, se han repartido entre la abstención y los partidos minoritarios, de ahí el fuerte crecimiento de UPyD, que ha doblado, al pasar de los 451.866 votos de 2009, al 1.015.994 de ayer. También ha sido muy llamativo el crecimiento de Izquierda Unida, coalición que ha podido triplicar el apoyo del electorado. Los de Cayo Lara obtuvieron en 2009 un total de 588.248 votos, pero esta cifra se disparó ayer, reuniendo 1.562.567 papeletas. La irrupción de Podemos en los comicios de ayer ha sido, por inesperada, llamativa y espectacular. El partido de Pablo Iglesias consiguió aglutinar 1.245.948 votos y una representación en el Parlamento Europeo de 5 representantes. El fenómeno de Podemos, que en apenas 4 meses ha sabido convertirse en la cuarta fuerza política de España, pone de relieve, en todo caso, el poder de un discurso diferente y un líder joven, bien promocionado por la televisión y las redes sociales. No deja de ser interesante para el análisis, que el grupo Planeta, de José Manuel Lara Bosch, propietario de La Razón o Antena 3 TV, se haya volcado decididamente en el lanzamiento de Pablo Iglesias a través de La Sexta, cadena de la que también es dueño el II Marqués del Pedroso de Lara.
 
De todo lo ocurrido en la jornada electoral de ayer, 25 de mayo de 2014, cabe reflexionar sobre algunos hechos bastante significativos. Es evidente que una buena porción de esos dos millones y medio de votos que ha perdido el PP, ha recalado en UPyD y VOX. Esta escisión del Partido Popular ha recibido 244.929 sufragios, pero, por 50.000 papeletas más, no ha logrado representación en Europa. Las cifras demuestran, por otro lado, que muchísimos simpatizantes descontentos del PP se han quedado en casa. Ya es significativo que el voto conservador, tan fiel y disciplinado, haya optado por la abstención, en lugar de apoyar a la opción de Vidal Cuadras. Todo esto también proporciona otro dato a tomar en consideración: que los votantes de la derecha tampoco aprueban esta clase de aventuras políticas, al margen de las siglas del PP. Hay otro hecho que también ha llamado mucho la atención, ha sido el triunfo del PSOE en algunas comunidades autónomas, como Asturias, Extremadura y, sobre todo, Andalucía. Tanto en la región asturiana como extremeña, los socialistas no se han alejado mucho del Partido Popular, pero donde sí han marcando una diferencia rotunda ha sido en la Comunidad Autónoma Andaluza. El PSOE de Andalucía le ha sacado al PP una ventaja de casi 10 puntos.
 
Este distanciamiento tan pronunciado, se ha asociado al cambio generacional que recientemente se ha producido, tanto en la Secretaría General del PSOE, como en la Presidencia de la Junta de Andalucía, al sustituir Susana Díaz, en ambos cargos, al veterano Juan Antonio Griñan. Sin embargo, es bastante simplista pensar que se va a solucionar el problema, apartando a la gente mayor de los puestos de responsabilidad y colocando en ellos a personas más jóvenes. Si fuera tan fácil como quitar a unos y poner a otros, el PSOE ya hace tiempo que habría frenado su caída libre. Es verdad que una cara nueva siempre ayuda, pero hace falta algo más que una renovación cosmética. Efectivamente, lo que se ha producido en Andalucía, además del relevo generacional en un determinado puesto, es un giro social, giro que surge tras el acuerdo de Gobierno entre el PSOE e IU, lo que la extrema derecha, para desprestigiar, ha dado en llamar el pacto social comunista. Por cierto, la banca y las grandes empresas del país tratan de impedir a toda costa, con esa gran coalición PP-PSOE por la que apuestan, que se pudiera reproducir la alianza PSOE-IU en el Gobierno de la Nación. Ese giro social que ha hecho subir al PSOE en Andalucía, es el mismo que ha impulsado con fuerza a Izquierda Unida y a Podemos. La ciudadanía está cansada de los recorte salvajes, de la austeridad, de los desahucios, de las políticas antisociales del Partido Popular, de la subida generalizada de impuestos, de que las grandes fortunas y las empresas más importantes apenas tributen, de que la pobreza se extienda por el país, de los privilegios y el enriquecimiento de la clase política, y de la corrupción, absolutamente generalizada.
 
En estos comicios europeos los votantes de la izquierda han dado la espalda al PSOE, apoyando aquellas opciones que propugnan el verdadero giro social. Si los socialistas quieren detener su caída, tendrán que hacer algo más que cambiar de caras. Efectivamente, los nuevos gestores que surjan del congreso extraordinario de julio deberán de impulsar decididamente un giro social a sus políticas, pero un giro de verdad. Izquierda Unida también debería de extraer alguna lectura de lo ocurrido en las elecciones de ayer. Al partido que dirige Cayo Lara no le ha ido nada mal, pero es bastante obvio que habría doblado sus resultados si no se hubiera producido el fenómeno electoral de Podemos. Si el cabeza visible, en lugar de Cayo Lara, fuera Alberto Garzón, estoy seguro de que los votantes de izquierda, particularmente los jóvenes, tendrían una percepción bien distinta de esa organización. 

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Modificado por última vez en Martes, 27 Mayo 2014 19:31
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